Un hotel colgante en el centro espiritual de Bali.
Hanging Gardens Ubud, un hotel situado en la selva balinesa y a cuyas habitaciones se llega en funicular.
A todos nos gusta soñar. Con vacaciones imposibles, destinos que cuanto más lejos, mejor. Hoteles de infarto, chapuzones en las tan de moda infinty pools, el piar de los pájaros a modo de alarma, el color verde de la vegetación inundándolo todo y tú, solo tú, en medio de más de 3 hectáreas. Así es Bali. Siempre recurrente. Porque, ¿quién no ha soñado con irse de vacaciones al corazón de esta isla?
El centro espiritual de Bali es Ubud, considerado por la gente local como el gran tesoro de la isla y, como para no serlo. Aquí puedes pasear entre arrozales, respirar aire puro y limpio entre la exuberante vegetación, perderte entre sus estanques y disfrutar de la paz y tranquilidad que brindan sus templos.
En concreto, nos fijamos en el templo privado que alberga el Hanging Gardens Ubud, un hotel de 5 estrellas que el año pasado ganó el premio “Traveller’s Choice”. No es un hotel cualquiera. Está situado en una pendiente a 45º de inclinación, con 8 niveles de acceso por funicular. Tiene 38 suites privadas y villas individuales, con techos de paja lujosamente equipadas. Cada una de ellas cuenta con piscina privada y un ventanal que ofrece unas magníficas vistas a la selva.
El Hanging Gardens puede fardar de tener una de las piscinas más fotografiadas del mundo. Se trata de una impresionante piscina de borde infinito en dos niveles, forrada de piedra Batu Chandi y con una gran pared geométrica de ceniza volcánica solidificada. Lo espectacular es que queda suspendida por encima de la selva circundante, dando a los huéspedes la sensación de estar nadando por encima de la copas de los árboles.
Desde la terraza se puede ver un templo que esta iluminado por la noche en el que se puede incluso realizar una cena romántica en el mismo. Los jardines que rodean al Hanging Gardens cuentan con una gran variedad de bambúes, árboles y orquídeas que crean una simbiosis de vida tropical.
Ya lo decía Machado, “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”. ¿Nos despertamos en Bali?
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