Nadar en una piscina infinita de 100 metros.

Llegar al magnífico lobby del hotel Point Yamu es hacerlo a un maravilloso escenario que parece haber sido retocado para que la foto salga siempre perfecta. Puede que sea por la docena de lámparas de papel de gran tamaño que cuelgan del techo, o por las muchas tumbonas, blancas, y sofás, también inmaculados, que jalonan el espacio, abierto para poder disfrutar de la Naturaleza.

Y no de cualquier paisaje, sino el de Phuket, una de las regiones más bonitas del mundo. En este caso, además, con la particularidad de que, desde el Cabo Yamu, en el que se encuentra este cinco estrellas inaugurado el pasado diciembre, se aprecia el mar de Andamán, así como las grandes rocas de la bahía de Phang Nga.

Aquí el diseño cobra la máxima importancia. Si bien es cierto que ha sido a costa de renunciar a elementos diferenciadores locales, se trata de un trabajo de interiorismo para quitarse el sombrero. Lo ha realizado la diseñadora italiana Paola Navone, que ha elegido grandes baños en un intenso azul petróleo para los azulejos, grandes rocas haciendo las veces de columnas y suelos con grecas elegantes.

Pero si hay algo que destaca eso es, sin duda, la piscina de arquitectura infinita del hotel, que mide nada más y nada menos que 100 metros de largo, jalonada a ambos lados por cómodas butacas desde la que ver a los bañistas tratando de romper su récord de distancia (porque es tan extensa que, realmente, invita a hacerse más de un largo).

Con 79 habitaciones y 27 villas, lo último de Como Hotels invita también al romanticismo, con la organización de picnics en plena playa o masajes en pareja en el Spa Shambhala. Como dice la canción, «love is in the air»…