Escapada a un cottage junto a un pueblo de cuento. Josselin, Bretaña, Francia.

Con su castillo imponente y una basílica con un campanario gigantesco, este rincón es todo un lugar de visita obligada, máxime si podemos disfrutarlo desde una auténtica casa rural bretona.

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En el centro de Bretaña, a los pies de uno de los canales navegables que nos lleva de Nantes a Brest, un castillo se alza imponente. Se trata del que preside la pequeña localidad de Josselin, que con apenas 2.000 habitantes puede presumir de ser uno de los rincones con más encanto de la región francesa.

Parece que estamos en un pueblo de cuento, tan bien conservado como se encuentra. Basta pasear por la plaza de Notre Dame, la principal, para darse cuenta de que vamos a poder realizar un viaje en el tiempo a los siglos XVI y XVII, con pequeñas callecitas, casas bajas de piedra, con techos clásicos de la región a diferentes aguas. Pasear por sus calles es encontrarse en una bucólica postal constantemente.

Destaca la basílica de Notre Dame du Roncier, que empezó a construirse en el siglo XIII pero que tardo trescientos años en ser completada. Esto explica que tenga diferentes estilos, del románico al gótico, con vidrieras y un alto campanario que acaba en punta. Desde el campanario se ven las mejores vistas de la región, y hay que subir peldaño a peldaño

El castillo es nuestra segunda parada. Se puede ir navegando, ya que el río y el canal a Nantes pasan por su muralla. Llamado también Castillo de Rohan por ser propiedad de esa familia, se accede a él atravesando el Puente de la Santa Cruz. Es del siglo XV y fue objeto de batallas durante toda la Edad Moderna. Se pueden ver sus tres torres sobre el río (de las ocho que tenía el conjunto) y los restos de una Torre del Homenaje derribada en el siglo XVII. Como curiosidad, alberga dentro un museo de muñecas.

Josselin es perfecta para una escapada con encanto. Sobre todo si podemos pernoctar en un cottage típico de Bretaña como La Chaumiere (desde 125 €/noche o el complejo al completo desde 750 €). Es mucho más que una casa rural, ya que permite desde ocio como una piscina con agua caliente todo el año o jugar en su sala de billar, a actividades propias del campo, desde senderismo a participar de su huerto.

Situado en Quistinic, a 40 minutos de Josselin, es una buena base de operaciones para aprovechar y visitar otros rincones de la región como Vannes, Lorient o Pontivy, a la misma distancia, y es que este pequeño pueblo queda prácticamente en medio del cruce de caminos.

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