El rincón más dulce de la Via Monte Napoleone de Milán.

Uno de los emblemas de Milán, la pastelería Marchesi, abre en la famosa calle de la moda un elegante espacio en el que degustar sus exquisiteces.

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No hay milanés que no haya probado alguna vez un bombón de Marchesi. No por nada estamos hablando de una de las instituciones artesanales de Milán, el rincón gourmet al que todo el mundo va cuando quiere permitirse un capricho dulce, comprar algo con lo que celebrar un cumpleaños o una buena noticia e incluso, sin motivo, solo por el gusto de tomarse un café con lo mejor de un obrador artesano centenario.

Y es que la pastelería fue fundada en la via Santa María alla Porta nada menos que en 1824, siendo uno de los negocios más históricos y longevos de la ciudad, reconocido como símbolo de excelencia.

Hoy vuelve a ser noticia por la apertura este mes de un nuevo espacio nada menos que en la famosa via Monte Napoleone. El templo de la moda milanesa abre las puertas de su número 9 a esta pastelería, que nunca hasta ahora había diversificado su oferta, siendo la primera vez que abre un local además del original. Todo un acontecimiento que no ha pasado desapercibido.

El nuevo local, que se ha decorado en suaves tonos verdes, es un proyecto del arquitecto Roberto Baciocchi. Con 120 metros cuadrados, trata de reinterpretar la atmósfera del espacio de Santa María alla Porta, pero adaptado a una elegancia más contemporánea, abandonando las maderas clásicas barnizadas por muebles más contemporáneos. Lo que sí mantiene es la fachada de piedra y los escaparates con grandes vitrinas, así como las letras doradas del logotipo.

Será imposible pasar por delante de ellos y no caer rendidos ante la exquisitez de la pinta de sus bombones, las tartas de mil sabores, los pastelillos o los cientos de caramelos de todos los colores que se siguen realizando allí al modo artesanal. Además, el espacio también es un café, con bonitas mesas de mármol a cuyo alrededor se unen, en grupos de tres, pequeñas sillas del mismo color verde que el que hay en las paredes y en las vitrinas interiores, iluminadas para dar protagonismo a los productos de Marchesi.

Toda una escapada dulce que no podemos dejar de hacer si nos pasamos por Milán este otoño.

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