Gonzalo Escarpa y su piscifactoría.

Un auténtico motor cultural para un sinfín de proyectos creativos.

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Gonzalo Escarpa es desde hace ya mucho tiempo un auténtico motor cultural; un patrón de tierra firme que lleva adelante, hacia el mejor de los horizontes, un sinfín de proyectos creativos. Los define, los sueña, los conforma y los engendra, siempre de la mano de “sus guerrillas”, compañeros y profesionales de primerísima línea, que no dudan en pegarse a este, también, grande de la poesía.

Un día, seguramente uno de esos en los que comenzaba a tener uso de razón, cambió todo, ese camino tranquilo y “normal” que tendría por delante, por la honestidad del arte, por el fruto que deja caer la creación sobre aquel afortunado que se encuentra con ella. Perfecto miércoles de octubre para indagar más y mejor en la vida y obras de este joven de 35 años; nacido en Madrid, dueño de unos grandes y humildes ojos verdes y director de incontables asociaciones, colectivos e iniciativas con prósperos pasados y porvenires. Será imposible explicar con detalle todos y cada uno de los “saraos” en los que ahora anda metido, aún siendo así, comencemos el paseo por los grandes “hits” del Caballero Escarpa.

Después de estudiar Filología, Arte Dramático, actuar en series, películas y obras de teatro; montar su propia compañía de títeres y dirigir la gestión cultural de diversos centros y asociaciones, comienza su trayectoria como profesor, mostrando a jóvenes amantes de la lectura y la poesía, algo de luz en su camino como escritores. Parece ser, que es entonces cuando descubre una de sus grandes vocaciones, que puede combinar a la perfección con sus principios y sus aspiraciones. Son ya más de diez años como conductor de diversos laboratorios literarios, que fueron origen de lo que es hoy la escuela de La Piscifactoría. Creada hace ya ocho años, se trata de un pequeño universo en el que suenan flautas, gritos, el recitar de grandes poemas y pasos de gente que va y viene sin parar. Está repleta de ideas, es un rincón frondoso y tupido en el centro de Madrid, cubierto del verde pasto de la cultura más despierta y actual. El, Escarpa, quería crear espacios habitables, cobijos donde se reunieran personas con grandes y coloridas búsquedas, sueños, supersticiones y secretos. Las elucubraciones de muchos bajo un mismo techo, un lugar en el que todos sus momentáneos habitantes descubrieran qué llevan dentro y cómo darle nombre y color. Y lo consiguió, o así al menos lo atestiguan sus éxitos y sus permanentes y fructuosas programaciones.

“La gente tiene grandes virtudes que sólo hay que saber poner en acción”

Además de ser director y maestro de La Piscifactoría, ahora su tiempo se divide en otros dos grandes apartados, su labor como gestor cultural y su trabajo como autor. Dentro de cada una de estas ramas, podríamos intentar descifrar las innumerables tareas y capacidades que desempeña este creativo e impulsivo escritor, pero jamás nos acercaríamos a perfilar ni de lejos las funciones que genera, siempre en pro del arte y de la creación más festiva.

Sumergido de lleno en perennes colaboraciones con los proyectos más punteros del panorama cultural, le podemos encontrar gestionando La Noche en Blanco, recitando en una manifestación, dirigiendo un gran homenaje o integrado en plena casa okupa.

Encuentra en la palabra, en el poema, la mejor herramienta para dar a luz lo que lleva dentro. Y la elige por encima del resto de las artes por ser infinita y universal, por ser fruto de la más bella amalgama conformada por la música, las matemáticas, el ingenio y la velocidad.

Embaucado ahora con la perfopoesía, y con lo que él llama “partituras escénicas”, trabaja siempre con la premisa de trascender, de reinventar los géneros, de crear siempre desde la realidad, hacia un nuevo universo simbólico. Así, vivir en un constante devenir de ideas y planes, en el que cada proyecto es germen del siguiente, se consigna como su más recurrido modus operandi.

Irreverente, caótico y tenaz, es responsable de haber creado unos fuertes y sólidos muros, abiertos ante todo y ante todos, para sostener todo el entremado reticular de relaciones, proyectos, ideas y creaciones que se retroalimentan permanentemente a su alrededor. Afirma, a pecho descubierto, que él trabaja o por amor o por dinero, que se embarca desinteresadamente en los proyectos que le enamoran y que es feliz labrando, poco a poco, un camino ligero y flexible con compañeros, artistas y creadores para compartir y buscar más de esa energía poética que empuja sus pasos.

Podremos verle, a partir del cinco de octubre, en el Festival del Humor de Alicante, con su espectáculo “Dentro de mí hay un señor” un monólogo poético que hará las delicias de los espectadores, sin duda. “Vertedero” otra de sus nuevas propuestas escénicas verá la luz, también, próximamente.

escarpa.net

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