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cerrarAlexis Delgado. Al piano.
Y sin más, extendemos una palpitante alfombra roja para este joven artista que llega de la mano de la música, del cine y de la poesía...
Y sin más, extendemos una palpitante alfombra roja para este joven artista que llega de la mano de la música, del cine y de la poesía, para regalarnos su nutritivo mensaje y su universal visión del arte, del talento y de las ganas. Sobre todo de las ganas. Cómo llega uno a sacar adelante sus más arriesgados anhelos, sin claustrofobias, ni miradas a lo vivido.
Pasen y vean; así es Alexis Delgado, un madrileño de 35 años al que es difícil pillar quieto o en reposo. Su mente (Siempre abrazada a su corazón, valga lo “cursi” de la cita) es un animal inquieto que busca dónde desbordarse, dónde dar a luz los más esenciales proyectos.
Encontremos pues, el puerto de embarque de la trayectoria de este infatigable músico, al que ya se rifan en los más grandes conjuntos del panorama internacional. Desmiguemos su historia, y como es de recibo, hagámoslo comenzando por el principio, o lo que en este caso es lo mismo, por su relación con el cine.
Delgado, cinéfilo empedernido, se declara ya un longevo amante del séptimo arte, y longevo porque desde los siete años ha pasado días investigando en la videoteca familiar, dando con grandes títulos de la historia del cine, que le mantenían de niño embelesado horas enteras, sin pestañear, observando escenas que no podría comprender su tierna consciencia, pero que evidentemente disfrutaba y exprimía inocente, como a un jugoso fruto.
Hay que decir, que de todas las facetas que conviven en este pluriempleado de las artes, la que le ilumina, la que más pasión le despierta y de la que, damos fe, es capaz de hablar durante horas y horas, y horas, es el cine. Que le ha atrapado, le tiene felizmente enamorado, y tras una larga y autodidacta formación en el sector, parece que llega el momento de tomar las riendas y lanzarse al “otro lado”, ese en el que construir, sentenciar estructuras imaginarias y crear mundos infinitos que duren escasos minutos u horas. Este primer paso, en forma de documental y aún sin titular, verá la luz en los próximos meses. Después de casi un año de investigación y rodaje, comienza ya a escribir las últimas páginas de este libro viviente y audiovisual, que habla de la vida de varios presos en una cárcel de Galicia; buscando como eje central la definición de los límites de lo humano; sacar a la luz esa delgada línea que separa “el ser” de “el parecer”.
Si lo que a él más le cautiva es el cine, lo que tiene fascinado de él a grandes críticos, autores, compañeros de partituras, y lo más importante, al gran público, es su música: sus manos sobre un piano.
Y con esto entramos en el segundo de los afluentes por recorrer. Alexis Delgado se quedó maravillado a la corta edad de diez años con un teclado en un cumpleaños familiar, hasta tal punto que su padre comenzó a estudiar para enseñarle él mismo sus primeras nociones sobre el lenguaje musical. Comienza entonces una imparable carrera de fondo, en la que lleva inmerso más de 25 años. Para él la música es como “una gran burbuja en la que desaparecer”; de ella le fascina su capacidad de crear ante él un mundo coherente y autosuficiente. Les une una relación serena, en la que Delgado encuentra lo que el nombra como su “alimento espiritual”.
En 1995 recibe una beca de la Corporation of London para estudiar en la Guildhall School of Music de la capital británica con los profesores Andrew Ball y Graham Johnson. En el 2000, se licencia y le otorgan el Crompton Bach Prize por su interpretación de las Variaciones Goldberg de Bach. Se cruza medio mundo, en estas fechas, dando conciertos como solista o como pianista acompañante y participa en grandes festivales nacionales e internacionales como el International Musik Festival Davos (Suiza), o el Felicja Blumental International Music Festival de Tel Aviv. Además ha sido galardonado en el Maisie Lewis Award Competition de Londres. En 2003 actuó, junto con la soprano Anouschka Lara, en la Sala Wigmore Hall de Londres, y en 2004 ofreció un evocador recital junto a Sussana Anderson. Por otro lado ha realizado grabaciones para RNE, TVE y Radio Suiza.
Y cómo no hay mayor disfrute que el de lo poético, dejamos para el final esta última piel que cubre al artista que nos reúne hoy. Como escritor también alcanza, para muchos, grandes horizontes. Con dos libros publicados (Punto y contrapunto y La flor del vacío) se define como un amante del lenguaje y de la eternidad infranqueable de la palabra, de ahí que encuentre en la poesía, definida por él como “el alma de lo humano”, otra salida más por la que dejar emanar algunas de sus divagaciones.
Nos entrega con sus textos, dando universidad a sus instintos, sus palabras, que bien resultan al afortunado lector, conjunto efímero de pinceladas sobre un oscuro lienzo.
En unas semanas se exiliará a la contemplación en un recóndito monasterio asturiano, para darle a la postproducción del documental en ciernes el tiempo y la dedicación que merece; después le tendremos por un tiempo en el Teatro Real de Madrid con una interesante propuesta “educativa y familiar”. Y quién sabe entonces, donde irá a posar su mirada humilde e interrogante. Bueno será, comprenderán, que no sea demasiado lejos.