Carmen Navarro.

Reconoce que ha tenido suerte, pero también sabe que la suerte hay que trabajarla y mantenerla.

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Si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, la de Carmen Navarro -impecable, cuidada y radiante- sugiere lo mismo de su personalidad y sus palabras se encargan de reafirmarlo. Porque ella, tras 40 años dedicados a la belleza sabe mejor que nadie que somos como nos sentimos, pero también somos como los demás nos perciben.

Desde siempre Carmen Navarro ha irradiado una energía y una vitalidad envidiables. Hace décadas, y casi por casualidad, decidió encauzarlas hacia el mundo de la estética, donde descubrió su lugar. Comenzó tratando a sus clientas en su casa, tomando prestado primeramente el despacho de su marido y más tarde, cuando el boca a boca incrementó considerablemente el número de personas que acudían a ella, decidió abrió su primer centro. Sin pensar que años más tarde este daría paso a otros cuatro en Madrid y uno más en Sevilla.

Ella, tranquila, cuenta que “nunca he forzado nada sino que las cosas han llegado poco a poco, de una manera muy natural”. Desde pequeña soñó con ser una gran empresaria y a día de hoy puede afirmar que su nombre se ha convertido en una marca sinónimo de calidad y honestidad. Durante todo este tiempo ha visto cómo el concepto de belleza ha cambiado, cómo los tratamientos se han vuelto más innovadores y sofisticados, pero al margen de todo Carmen Navarro siempre ha tratado de “dar lo mejor a mis clientas, probando antes todas las líneas y decidiendo cuáles eran eficaces y cuáles no para cada una de ellas”.

Reconoce que ha tenido suerte, pero también sabe que la suerte hay que trabajarla y mantenerla. Aún hoy, es ella misma la que realiza gran parte de los diagnósticos. Su humildad, que le lleva a agradecer parte de su éxito a sus clientas y a la prensa, junto con el respeto hacia su trabajo le convierten en ese tipo de mujeres que caminan por el mundo repartiendo pequeñas dosis de felicidad.

El objetivo de Carmen siempre ha sido mimar y cuidar a todas aquellas personas que han pasado por sus centros, ya que ella misma afirma que “la felicidad es la mejor medicina para la belleza y si somos capaces de ayudar a las personas a que sean felices el tiempo que están aquí, el tratamiento es más eficaz”. Por eso transmite con su ejemplo a todo su equipo la importancia de todos estos valores y de seguir aprendiendo día a día.

Carmen Navarro desprende belleza porque la lleva en su interior. Y la potencia cada día con naturalidad, energía y un saber hacer que la han convertido en una de las referencias imprescindibles de este sector.

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