Louise Bourgeois veranea en los jardines del Rijksmuseum.

Louise Bourgeois en los Jardines Rijksmuseum repasa los temas recurrentes en la vida y obra de la artista parisina: las arañas tejedoras, la maternidad, la juventud.

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Arañas gigantescas, ojos enormes, espirales de aluminio colgando de un fabuloso nogal… El Rijksmuseum (Ámsterdam) celebra la primavera y el buen tiempo con unas invitadas muy peculiares. Sus jardines se han convertido en el hogar estival de la obra de Louise Bourgeois, una de las escultoras surrealistas más enigmáticas del siglo pasado.

Louise Bourgeois en los Jardines del Rijksmuseum es una exposición al aire libre de doce esculturas —algunas nunca exhibidas en los Países Bajos—, que abarcan medio siglo de obra de la artista. Desde The Blind Leading the Blind, creado finales de 1940 a la araña en cuclillas de 2003, la muestra repasa su misterioso lenguaje escultórico tan ligado al psicoanálisis y la imaginería del recuerdo.

Louise Bourgeois creció en un suburbio de París, en el seno de una familia de antiguos comerciantes de tapices y restauradores de arte. Se formó en la École du Louvre y la École des Beaux Arts, practicando las técnicas aprendidas en talleres de artistas como Fernand Léger. En 1938, tras su matrimonio con el historiador de arte estadounidense Robert Goldwater, se trasladó a Estados Unidos. Allí optó por distanciarse de los movimientos predominantes en el arte. Prefirió mantener el intimismo y el lenguaje alegórico que finalmente caracterizó su obra. Tal vez por ello y pese a las muestras individuales que protagonizó a partir de 1945, no fue hasta la década de los 70 que su trabajo comenzó a reconocerse.

El despegue definitivo tuvo lugar en 1982, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La exposición, comisariada por Deborah Wye, fue la primera retrospectiva de una artista mujer en ese espacio. La muestra viaja luego al Contemporary Arts Museum de Houston, el Museum of Contemporary Art de Chicago y el Akron Art Museum de Ohio.

La arquitectura y la memoria, al igual que la sexualidad, son componentes fundamentales del imaginario de Bourgeois. Sobre ellos gravitan los símbolos, el inconsciente, la curación, la historia familiar, la identificación materna, la culpa, el miedo. Y ella encuentra en los materiales el medio adecuado para representar cada uno de esos sentimientos. Una especie de exorcismo que le permitió profundizar en todos los aspectos de su inconsciente. Porque eso era para ella el arte: una catarsis, una forma —la única forma— de garantizar la cordura, de sanar su alma herida.

Las Celdas son sus autorretratos, las arañas colosales la metáfora de la protección maternal —entre sus patas nada malo puede ocurrirte—, los árboles imaginados, los nidos donde todo comienza. Louise Bourgeois bajaba al infierno con cierta frecuencia y a la vuelta, con esa poética descarnada a lo Baudelaire, recomponía el drama, la tensión, la angustia, los sentimientos ambiguos, los pensamientos tormentosos.

La muestra del Rijksmuseum es la séptima de la serie de exposiciones al aire libre que el museo holandés inició en 2013 con Henry Moore. Le siguieron Alexander Calder (2014), Joan Miró (2015), Giuseppe Penone (2016), Jean Dubuffet (2017) y Eduardo Chillida (2018). Comisariada por Alfred Pacquement, ex director del Centro Pompidou en París, podrá disfrutarse hasta el próximo 3 de noviembre.

Más información Rijksmuseum

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