Be a Commercial Artist.

Los diseñadores gráficos ya se valían de su creatividad y artesanía antes de la llegada del ordenador, herramienta que disminuyó su arduo y minucioso trabajo, puede que para potenciar el talento de estos profesionales que se hallan en el límite entre el arte y la tecnología. Y antes de que llegara, efectivamente, ese límite no existía, y los diseñadores se encontraban de lleno en una gran piscina creativa artística. Como Diego Lara.

La Casa Encendida da a conocer la figura del diseñador gráfico Diego Lara con la exposición «Diego Lara… Be a Commercial Artist», comisariada por Amaranta Ariño, historiadora del arte que realiza su doctorado desde hace años en la persona de este gran creador gráfico.

Tanto para los que le desconocen como para los especialistas y entendidos, su trabajo ha sido y sigue siendo un ejemplo a seguir. A Diego Lara se le reconocía en un círculo madrileño muy reducido, pero fue su nueva forma de hacer catálogos de arte, de influencia internacional –Life, Square-, su faceta más popular. Trabajó como diseñador gráfico durante la década de los años 70 y 80, durante los cuales fue responsable gráfico de publicidad de la fundación Juan March, lanzó dos proyectos editoriales, La Fontana Literaria y Nostromo, y además, junto a Gonzalo Armero, dirigió la revista Poesía, editada por el Ministerio de Cultura, cosechando el éxito internacional y lograrse, así, un hueco en la Historia del diseño gráfico español.

Su talento radicaba en que su capacidad como diseñador gráfico era igual que la de un artista. Ponía la misma invención ya fueran sus collages o sus catálogos de arte. Estos collages, que forman parte de su producción personal, se muestran además en la exposición. A lo Bebo y Cigala, Diego fusionó el mundo del Pop Art con el Expresionismo Abstracto, mezclando lo inmiscible.

«Diego Lara… Be a Commercial Artist» nos acerca a la dualidad encomiable de este singular personaje a través de 370 trabajos como diseñador gráfico y más de 100 collages.