Los chicos del huevo duro.
Que te llames Egg y hacer cascos, no deja de tener su gracia, y ellos la tienen además de tener seguridad y mucho estilo.
Ser pequeño tiene los “ay, cuidado, mira hacia delante, te vas a tropezar”, integrado en el existir. Un no parar de sobresaltos paternos y maternos, cada vez que las ruedas o el deslizarse, se cruzan en el ocio.
Y como el riesgo lleva a la seguridad, a veces en exceso, no lo vamos a negar, rodilleras, coderas y cascos, entran en la escena infantil al mismo tiempo que las ruedas, porque ya se sabe que siempre es mejor prevenir que curar.
Así le ocurrió a Rick una tarde del verano de 2009. Llevaba tiempo esperando ese día en el que su hija fuera lo suficientemente mayor como para tener su primera bicicleta. Y aquí entraron en marcha los miedos paternos, y como él además de padre tenía ese espíritu inquieto de quien posee una mente creativa, tras un redoble de tambores mental, surgió EGG. Su empresa, pero también la empresa de Charly, Norbert y Lars, todos padres, y todos con una misma visión, la de crear cascos seguros, confortables, divertidos y con estilo.
Y su nombre más allá de la fragilidad que podría representar, es el distintivo de unos cascos duros, a medida, seguros y customizables, ya no sólo por su piel exterior, sino por los añadidos, que son los que los hacen divertidos de verdad, tal como la corona de princesa, el tallo de tomate, los pequeños cuernos o la típica cresta mohicana.
Y así no sólo no se resistirán a ponérselos, sino que sucumbirán ante ellos, y vosotros, porque además de seguros van a estar tan adorables.
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