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cerrarInspiración flamenca.
En pañuelos de seda y chales de algodón y cashemere, Antonio Ballester reinventa los mantones de manila para Loewe.
En pañuelos de seda y chales de algodón y cashemere, Antonio Ballester reinventa los mantones de manila para Loewe, que demuestra una vez más no haber perdido su raíz, ser y sentido de la cultura entre la que nació hace más de 150 años.
Sentimos el mantón de manila andaluz y flamenco porque lo hicimos nuestro tiempo atrás, a partir de un diseño llegado de Asia; a través de Manila, capital de Filipinas y colonia española, llegaron a Sevilla por vía marítima los primeros mantones; eran de seda, fabricados en China, y estaban decorados con motivos chinos como el bambú, las pagodas o los dragones, y de la naturaleza, flores y aves asiáticas. Obviamos el bambú, las pagodas y los dragones, los llenamos de aves y flores de jardines cordobeses, añadimos los flecos, los bautizamos como mantones de manila y cubrimos con ellos las espaldas de las bailaoras y sus trajes de faralaes, para que los lucieran y bailaran con el mismo arte que su bata de cola.
Loewe, de origen español por su fundación en Madrid y alemán por la nacionalidad de su creador, Enrique Loewe Rossberg; hoy bajo nacionalidad francesa por ser parte del holding Louis Vuitton y bajo dirección creativa inglesa, de la mano e ideas de Stuart Vevers, es una indiscutible firma universal y, aun en esa universalidad, se mantiene viva y presente la inspiración española; sirva como muestra su nueva colección de pañuelos y chales cuya inspiración nace el los mantones de China llegados a Sevilla desde Manila.
Antonio Ballester lleva la simbología presente en los clásicos mantones de manila a pañuelos y chales y lo hace desdibujando el bordado clásico para recrearse en sus perfiles, inventándolo de nuevo; en un armónico amalgama de colores, descubrimos las rosas del amor y la pasión, los girasoles de la amistad y la espontaneidad, los lirios de la inocencia y la pureza, las margaritas de la estima y la confianza, de fondo un desmenuzado arcoiris de alegría y juventud y, entre todo ello, los faisanes de la vida eterna y los patos mandarines símbolos de pareja serena y feliz.
En fucsia, turquesa, ocre o en verde-morado, un mantón en un pañuelo… y olé.