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cerrarMuseo Thyssen-Bornemisza Alberto Reguera rinde homenaje a Aert van der Neer.
El museo Thyssen presenta una serie de pinturas de Alberto Reguera realizadas expresamente para reflexionar sobre la pintura del holandés Aert van der Neer.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta la exposición Alberto Reguera. Homenaje a Aert van der Neer, cuyo punto de partida es la obra perteneciente a la colección permanente de la pinacoteca Claro de luna con un camino bordeando un canal del pintor holandés. Las obras, realizadas a propósito para esta exposición, viajarán posteriormente a Hong Kong, donde se presentarán en el University Museum and Art Gallery, en otoño de 2021.
La originalidad de esta muestra con respecto a otras que proponen un diálogo entre la pintura clásica y la contemporánea radica precisamente en la creación expresa de una serie pictórica con el fin de reflexionar acerca del artista evocado. La idea parte de Guillermo Solana, director artístico del museo y comisario de la exhibición, que lleva más de dos décadas siguiendo la evolución pictórica de Alberto Reguera, a quien considera un alquimista del color, el pigmento y el tratamiento de las superficies.
Años después, Solana propone al pintor segoviano trabajar sobre algún artista, alguna obra concreta de la colección permanente del museo Thyssen. Fue él, Reguera, quien escogió este nocturno con luz de luna sobre un canal, de Van der Neer. Una elección sorprendente para el director de la pinacoteca madrileña, puesto que se trata de una de las piezas —tal vez por su tamaño (35,5 x 65,5 cm), en absoluto por su calidad— menos deslumbrantes para el visitante del museo. Sin embargo, rápidamente comprendió la conexión entre el cuadro del holandés y la sutileza pictórica de Reguera.
Aert van der Neer (Ámsterdam, 1603-1677) fue uno de los más destacados paisajistas del siglo de oro holandés. Como es habitual con respecto a los artistas de la época, se tienen pocos datos sobre su vida personal. Se cree que pasó su juventud en Arkel, cerca de Gorinchem, donde contactó con los pintores Jochem y Rafael Govertsz. Su primera obra fechada data de 1632, pero fue a partir de 1640 cuando desarrolla su propia estética pictórica caracterizada por los nocturnos, las escenas invernales, los crepúsculos y los elementos celestes.
Alberto Reguera (Segovia, 1961) vive, desde los años 90, entre Madrid y París, ciudad esta última en la que completó su formación universitaria en l’École du Louvre. En 2003 participa en la exposición exhibit-E, en Washington D.C. A partir de 2007 empieza a exponer en Asia con muestras en Singapur, Seúl, Shanghái y Hong Kong. En 2012 realiza una instalación en la Place du Louvre (París) y en 2016 tiene lugar su primera retrospectiva en España, en el Museo Esteban Vicente de Segovia. Su lenguaje artístico viene determinado por el estudio de la luz, los matices cromáticos y las texturas. Él mismo fabrica, como los maestros antiguos, sus propios pigmentos entre los que predominan ocres, azules y destellos metálicos en plata o cobre.
¿Qué tiene en común el paisajismo del holandés del XVII con la abstracción contemporánea de Reguera? Una de las características distintivas de la pintura holandesa de paisaje del siglo XVII es el protagonismo del cielo y las nubes, con sus infinitas variaciones. Esta es también una obsesión constante en la obra de Alberto Reguera. En sus paisajes abstractos, los pigmentos flotantes aportan levedad a la materia pictórica y sugieren sutiles estados atmosféricos y efectos luminosos.
Como explica el propio artista, su inspiración nace en este caso, del contenido y la esencia de la obra de Van der Neer que otorga “gran protagonismo a los elementos celestes”: los horizontes ilimitados, la nocturnidad, el amanecer, el crepúsculo, las variaciones lumínicas a través de las nubes… Además, sus constantes viajes a Holanda le han permitido profundizar en los paisajes del país, en el arte de los paisajistas del siglo de oro, en la forma de representar la línea del horizonte, que le fascina.
Más información Museo Nacional Thyssen-Bornemisza