Los héroes de Georg Baselitz se pasean por el Guggenheim Bilbao.
El Museo Guggenheim Bilbao exhibe George Baselitz. Los héroes, una monográfica dedicada a la particular visión del pintor alemán sobre el heroísmo y la posguerra.
El Museo Guggenheim Bilbao acoge —hasta el 22 de octubre— Georg Baselitz. Los Héroes. Una muestra que reúne por primera vez 60 cuadros, dibujos y bocetos de figuras monumentales, agitadas y desafiantes. Creada entre los años 1965 y 1966, la serie constituye una enérgica afirmación de la personalidad del autor a través de una ideología a contracorriente de las tendencias artísticas y estéticas de su tiempo. Trazando una línea de continuidad entre pasado y presente, la exposición también alberga una selección de pinturas del ciclo Remix en las que Baselitz comenzó a trabajar en 2005 como adelanto de la serie de Héroes y Tipos Nuevos de 2007 y 2008.
Son los héroes de Georg Baselitz seres vulnerables y fracasados, marcados por la resignación que pusieron en tela de juicio ideologías, sistemas políticos y estilos artísticos. Pero fundamentalmente los enfrentó al tan arraigado concepto del “milagro alemán”. Envueltos en uniformes bélicos destartalados, entrañan una provocación frente a la épica narrativa de la antigua RDA que cuestionaba el tradicional concepto del heroísmo (masculino) y sus viejos exponentes.
Baselitz comenzó la serie de Héroes y Tipos Nuevos durante un período que pasó en la Villa Romana de Florencia gracias a una beca. Tras regresar a Berlín Oeste, siguió desarrollando este tema. Campesinos, artistas, pastores, rebeldes, soldados o guerrilleros. Todos ellos aparecen solitarios, en uniforme militar, siempre de frente y adoptando posturas diversas, incluso extravagantes. Pero es su agitada gestualidad en franca oposición al salvaje colorido, el rasgo más perturbador de estas pinturas un tanto retorcidas que, en más de una ocasión, nos recuerdan a la distorsiones de Bacon.
No obstante, Baselitz va mucho más allá de las cuestiones sociales genéricas y reflexiona en torno a su posición personal dentro de la sociedad. Lo que nunca he podido evitar es Alemania y ser alemán, confesaba el artista. Ignoro si lo admitía como una losa o con cierta resignación, pero el caso es que su experiencia vital —un hombre nacido antes del derrumbe del nazismo, que presenció después la división de su país en dos mitades irreconciliables— le empuja a expresar el aislamiento, el desarraigo y la desorientación a través de estos personajes que no dejan de reflejar igualmente un tremendo sentimiento de esperanza. En definitiva, además de un claro posicionamiento dentro del arte alemán posterior a 1945, suponen un punto de inflexión especial y pueden considerarse un documento histórico.
Georg Baselitz nació en Deutschbaselitz (Sajonia occidental) el 23 de enero de 1938. Comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Berlín-Weissensee (Alemania del Este), de donde fue expulsado a los dos semestres por «inmadurez sociopolítica»; reanudó su formación en Berlín-Charlottenburg en la Hochschule für bildende Künste (Alemania Occidental) en 1957. Los primeros viajes al extranjero lo llevaron a Ámsterdam y París. En el año 1961 celebró su primera exposición junto con Eugen Schönebeck, en una casa deshabitada. Las exposiciones que siguieron fueron controvertidas hasta su traslado a Italia.