La Unión, «nuestra esencia está en la música».
Entrevistamos a La Unión, banda mítica de los 80 y 90 que celebra sus treinta años de carrera.
Viajamos hasta 1983. Mario (Martínez), Luis (Bolin) e Íñigo (Zabala) —que luego abandonó el grupo— se iniciaban en el mundo de la música instrumental; andaban a la caza del cantante cuando llegó Rafa (Sánchez) justo a tiempo con las letras. Así nació La Unión. Hicimos una maqueta, grabamos un maxi-single, apareció Nacho Cano —amigo y compañero de colegio de Luis— y entonces comenzó la verdadera vorágine, explica Rafa sonriendo.
Cierto es, pues ese maxi-single de tres temas —Lobo hombre en París, La Niebla y Voracidad— fue el pistoletazo de salida para una carrera de fondo que dura ya tres décadas intensas, plagadas de trabajo y éxitos, de esfuerzo, casi mágicas.
Parece que Rafa recuerda el origen como si el éxito les hubiera sorprendido. La verdad es que sí, sobre todo porque pensábamos que nuestra música era para un tipo de gente algo más “indie”, en aquel momento —aclara y ríe de nuevo—. Nos metimos en el show business de un día para otro. Y a partir de ahí, diecisiete álbumes, giras, música en directo, números unos, discos de platino…, una locura. Hasta ahora.
Aunque al principio, en los noventa —añade Luis— el ritmo fue vertiginoso; produjimos seis discos de estudio, a razón álbum por año y medio. Entre producción y producción, la composición, las grabaciones, los ensayos, las giras; así que cuando llegó el nuevo siglo, dijimos “vamos a reposar, a calmarnos un poco”.
Todos sabemos que La Unión es mucho más que su lobo hombre, pero resulta que este “lobo ilustrado” de origen literario, convertido en símbolo del pasado e icono del futuro —no hay más que oír a las nuevas generaciones aullar el tema con la misma pasión que lo hacían sus padres (risas pero es la verdad)—, nos descubre otra de las pasiones de Rafa: la literatura. Aunque soy fan de los americanos modernos como Auster o John Irving —confiesa—, “El Perfume” y el “Cuarteto de Alejandría” son mis libros favoritos. Desde luego no los únicos. De hecho Boris Vian, el escritor maldito y padre de Denise, plantó la semilla de otro de los temas míticos del grupo, La Niebla. Autores como H.G. Wells y su Máquina del tiempo o los versos de Gloria Fuertes sobre una isla ignorada han sido fuentes de inspiración para este trío sublime que ha sabido llegar al XXI conservado toda su esencia.
Amantes del contacto con el público, reconocen que el directo es siempre “el alma” del grupo. Sobre todo ahora—afirma Rafa—; hoy el directo es casi obligatorio porque el mercado ha cambiado y las casas de discos, de las que prescindimos hace tiempo, tienen ya poco que ofrecer. Sin embargo también son conscientes de que su experiencia, sus temas, su nombre han sido fundamentales para lograr la independencia, la gestión propia; e Hip.Gnosis, un súper álbum que celebra sus treinta años en la brecha, cumpliendo esa especie de premonición que Jorge Berlanga les dejó escrita hace más de quince: Todo fluye y nada permanece. Salvo La Unión, que salvando todo tipo de contradicciones, no sólo fluye, sino que también permanece.
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