En el muelle de San Blas…
El que fuera uno de los principales puertos del Pacífico se ha convertido en Meca del surf y capital de la alta cocina fusión.
La banda mexicana Maná no podía imaginar, cuando lanzó en 1998 la canción ‘En el muelle de San Blas‘, que convertiría a este pequeño puerto de pescadores en todo un destino turístico. Situado en la costa del Pacífico, en el Estado de Nayarit, San Blas vive una nueva edad dorada gracias a una expansión turística de calidad que incluye incluso gastronomía de alta cocina.
Rodeado de playas paradisíacas, San Blas fue uno de los dos principales puertos del Pacífico durante el Virreinato de Nueva España. Fueron muchas las expediciones e intercambios comerciales que realizaron los españoles con la costa del Lejano Oriente, así como a lo largo de la línea costera que se extendía al norte y al sur. Poco a poco, fue perdiendo importancia, más si cabe con la creación del Canal de Panamá.
Aquí acuden bastante surferos en busca de sus fantásticas olas, ya que es bastante constante. Pero su atracción principal, su muelle, suele mantenerse solitario. Muchos grupos de pelícanos vuelan entre grandes barcos camaroneros, oxidados y abandonados, rememorando otra época, cuando aún no se había construido la nueva marina.
Y es que San Blas es un lugar de historias, como la de la enamorada que dio vida a la canción de Mana, o a la de los doctores que crearon aquí un gran hospital durante los siglos de colonialismo… o la de los frailes franciscanos que partieron hacia la futura Misión de Nuestra Señora de Loreto, ubicada en la parte sur de la península de Baja California, con el fin de colonizar el resto de la región, comenzando por San Francisco. Y eso por no hablar de las leyendas que hablan de fantasmas en la iglesia abandonada de la contaduría, desde la que el batallón de San Blas se defendió de los estadounidenses…
Ir a San Blas obliga al turista gourmet a parar a comer en El Delfín, el hogar de la cocina de Betty Vázquez. Ella es el referente femenino de la alta cocina mexicana. Formada en Francia, pero con un acento único mexicano en los fogones, ha desarrollado una fusión entre ambos mundos única. En su carta destacan el Carpaccio de camarón al orégano y chile serrano; una sopa de mariscos al chile con coco y perejil; un Chile poblano relleno de mariscos con salsa de elote y queso cotija al azafrán; unos rollitos de hoja santa con relleno de dulce de carne o los postres, como el flan con manzanas y cinco especias.
Además, San Blas es uno de los destinos elegidos por los amantes del avistamiento de pájaros. Solo hay que tomar precauciones por los mosquitos. El resto, es belleza a raudales.
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