Cuarenta suites en Praia Verde.

A un paso de la frontera con España se encuentra Castro Marim. Fundada por templarios, esta ciudad costera destacó por su castillo, enclavado a medio camino entre Lisboa y Granada. Aún hoy sigue siendo motivo de visita por muchos turistas que eligen pasar sus vacaciones en el Algarve, pero hay una construcción que busca rivalizar con él en interés: el hotel Praia Verde.

Y no sólo porque este hotel boutique acaba de abrir la temporada subiendo el estándar de calidad de la zona, sino porque se trata de un edificio singular, en el que la arquitectura moderna tiene mucho que decir. Es obra del galardonado arquitecto portugués Miguel Saraiva, quien eligió una cubierta de pizarra que no desentona con el paisaje del pinar en el que está enclavado. También ayuda que el hotel tenga apenas un par de plantas.

Son suficientes para albergar las 40 habitaciones, todas suites, con las que cuenta, con jardín privado o vistas al mar, si no están en la planta baja. El interiorismo también es de un profesional luso: Pureza Magalhães. Grandes sillones y sofás llaman la atención por su volumen, más que por sus colores, en tanto que abundan los tonos neutros. Pero la profusión de estas piezas las termina convirtiendo en protagonistas. Materiales como la madera, el esparto, la paja o la alpaca son de los que se ha valido para crear estas estancias acogedoras y sencillas, pero deslumbrantes al mismo tiempo.

El hotel, perteneciente a la cadena Design Hotels, cuenta con un restaurante, À Terra, con un menú en el que el protagonista es la dieta mediterránea. Ingredientes frescos de temporada, higos, berenjenas e incluso flor de sal de las salinas cercanas son algunos de los productos de proximidad que se utilizan en la cocina, donde también se realizan helados, mousses y cremas caseras. Algunas de ellas, como las mermeladas o los vinagres balsámicos, están disponibles, además, en la tienda gourmet que completa el Praia Verde.

A partir de 120 €/noche, un lujo arquitectónico y natural a un paso.