En el corazón verde de Tokio.

Cuando llega la primavera, los huéspedes del hotel Chinzanso de Tokio se sienten los más afortunados del planeta. Y no sólo por las increíbles instalaciones que ofrece, sino por poder disfrutar de los amplísimos jardines de este cinco estrellas Gran Lujo que puede decir sin exagerar que posee su propio bosque, en el que cerezos y camelias se suceden uniendo diferentes variedades de plantas, y en donde no faltan auténticos templos medievales, niebla artificial y luciérnagas que son cuidadas con mimo.

Las calles aledañas también están cuajadas de cerezos, por lo que el espectáculo es abrumador y hermoso. Es de lo que se trata. El primer propietario del terreno, en pleno Tokio, fue el príncipe Aritomo Yamagata, en el siglo XIX, y desde entonces ha marcado una referencia en lo que a cuidado e integración con la naturaleza se refiere. Trajeron de Kioto un templo incluso para decorarlo y plantaron una camelia de cada región del país (el nombre del hotel significa ‘colina de camelias’ en japonés).

Con 260 habitaciones, medio centenar de ellas suites, el Chinzanso destaca también por su amplia oferta gastronómica, con una docena de restaurantes donde elegir. Además, cuenta con tres capillas, lo que permite que en los edificios adyacentes se puedan celebrar una media de 70 bodas mensuales, una cifra récord que se entiende al pasear por el hotel: pocos se resisten a enmarcar un momento tan importante de su vida en uno de los rincones más bellos de la ciudad. De hecho, se ha construido de modo que desde ningún punto del jardín se pueda ver ningún otro edificio, salvo el principal del hotel. ¡Y estando rodeado de edificios residenciales!

Hasta hace unos años era el Four Seasons de Tokio, pero tras la reforma y el cambio de nombre, es independiente. Elegido por los principales hombres de negocios de Japón para sus reuniones y comidas privadas, hospedarse allí (desde 300 €/noche, salvo ofertas especiales en su web) en nuestro primer viaje al País del Sol Naciente es hacerlo por todo lo alto.