Entrevistamos a María Swoboda, creadora de la exclusiva boutique Maison Shanghai.

Sus ediciones son limitadas y sus diseños reflejan la fusión de oriente y occidente: "Soy una enamorada de todo lo que transpire originalidad, artesanía y tiempo dedicado en el trabajo".

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Maison Shanghai. Diseños del gran gigante asiático, telas exóticas, estampados únicos… traídos por una argentina a occidente. Ella es María Swoboda, bohemia, creativa y soñadora: «Soy una enamorada de todo lo que transpire originalidad, artesanía, tiempo dedicado en el trabajo. Algo que a la persona le haga sentir única, algo atemporal». Con un té frío sobre la mesa explica como empezó todo: «Hace cuatro años mi marido se tuvo que ir a trabajar a Shanghái por dos años, y yo le acompañé. Empecé a conocer el mundo de los diseñadores nuevos, poco a poco conocí los lugares donde compraban, como lo hacían… y me enamoré automáticamente de las sedas chinas, fue como un amor a primera vista».

María llegó a España hace nueve años y, tras escribir en una revista de moda en Argentina y luego tener la suya propia, trabajó en el área de comunicación de Hoss Intropia. Esa aventura profesional duró hasta que decidió lanzar su propia marca, aunque siguió trabajando con algunos estilistas y fotógrafos que conoció durante esa etapa. Maison Shanghai empezó en 2012 en Shanghái, y luego llegó al mercado argentino: «Cuando conocí donde comprar y aprendí de sedas… ya no pude volver atrás. Hice unas muestras con un estilo muy bohemio y las vendía en la playa Punta del Este. Fueron un éxito».

«Soy una enamorada de todo lo que transpire originalidad, artesanía, tiempo dedicado en el trabajo»

Shanghái fue una potencia en cuanto a diseño y vanguardia. Hubo una época donde era un puerto totalmente cosmopolita donde pasaba gente de todo el mundo. Y eso quiere reivindicar María con su firma: «Quería que la marca transmitiera que las cosas son de China. Aquí la gente tiene una idea de que todo lo que viene de China es low cost y de baja calidad, pero en realidad no siempre es así. Cuando llegué a Shanghái encontré arquitectura maravillosa de los años 20 y un glamour perdido. Mi intención fue rescatar eso, la idea romántica de lo que había sido Shanghái en los años dorados del Orient Express. La mezcla de culturas y estilos que hubo en esa época».

Cuando la marca llegó a España fue de la mano de la tienda Mimoki, y los diseños fueron evolucionando: «Al principio la marca era más bohemia y de playa, y aquí encontramos el nicho de mercado de las bodas y grandes celebraciones. Muchas de nuestras líneas continuaron desarrollándose a partir de este descubrimiento. Me di cuenta de que había un hueco en el mercado para lo que fuera el acompañamiento del vestido, la gente se quiere poner algo encima que no sea el típico chal. Había un hueco donde la marca se fortaleció».

La seda como protagonista

«Los pilares de mis diseños son telas exóticas que llaman la atención y siluetas simples donde lo que habla es el material. Diseños que le pueden valer a cualquier mujer», explica María, que se suele inspirar en películas antiguas o en canciones cuando empieza a preparar una nueva colección. «También de un trozo de tela aparece la inspiración. Son pequeños detalles que comienzan a obsesionarme, alrededor de los que a veces gira una colección entera», asegura. Las sencillas creaciones no roban protagonismo a las telas, cuyos estampados exclusivos son la esencia de Maison Shanghai.

En esta temporada, por primera vez van a incluir prendas con punto de cruz procedentes de Rumanía: «Mi familia por parte de padre es austriaca y de mi abuela heredé todos esos manteles cosidos a mano con punto de cruz. Siempre me gustó mucho, tengo recuerdos con ella haciendo vestidos y trayendo telas exóticas de todas partes«. También hay telas procedentes de Japón, que dan mucho juego en las colecciones de verano: «Hay unos kimonos con el estampado típico japonés reinventado a un modelo que se puede usar más fácilmente en occidente».

«También de un trozo de tela aparece la inspiración»

Algunos diseños tienen relación con las tendencias orientales, pero el objetivo es que haya una confluencia de estilos: telas orientales y estilo de vida occidental. Así, mientras el terciopelo devoré se utiliza en China para hacer el tradicional qipao, ella usa esas telas para los kimonos de sus colecciones: «Es verdad que los kimonos están muy occidentalizados y reinventados, pero la idea es que haya una fusión de oriente y occidente».

Es cierto que el crecimiento de una marca se asocia a las ventas, pero el gran miedo de María es ser infiel al valor principal de la marca: la exclusividad. Actualmente apuestan por la tienda online y están presentes en tiendas multimarca de Madrid, Ibiza, París, Berlín, Londres, Perú, Buenos Aires… y Shanghái sobre todo para preservar la imagen de la firma: «La marca la queremos mantener con la idea de ser una boutique, de ediciones limitadas, de lujo, donde la clienta perciba que lo que ella tiene no lo tienen veinte más, que va a ir a una boda y va a ser la única. La idea es estar en pocas tiendas y que no se pisen entre sí».

«Me gustaría seguir poniendo banderas en otras partes del mundo»

De cara al futuro, María observa un gran horizonte por conquistar y no desecha la idea de crear una submarca para no canibalizar Maison Shanghai por el crecimiento: «Me gustaría seguir poniendo banderas en otras partes del mundo y llevar la marca a más países. Me gusta crecer así, de forma controlada y exclusiva. México es el próximo destino y sería un sueño llegar a Nueva York, donde ya tenemos un proyecto para presentar la marca en la próxima semana de la moda».

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