Diego Benítez, chef de Sturios.

Aunque estudió Filología Árabe, este joven chef se ha criado entre fogones. Por eso terminó graduándose en la Basque Culinary Center y hace un año abrió su propio negocio.

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Estudió Filología árabe e incluso hizo un doble grado compaginando esta carrera con la de Ciencias Políticas. Sin embargo, Diego Benítez Acebes se crió desde bien pequeño entre fogones, con olores de pucheros, caldos, potajes, sofritos y el crepitar de las sartenes al cocinar. Se ha criado en la cocina y ese es el camino por el que ha apostado en la vida. Por eso se graduó en la Basque Culinary Center y tras aprender de maestros como Arzak y pasar por las cocinas de Ikaitz o Kabuki ha emprendido su propio proyecto al frente del restaurante Sturios, situado en pleno corazón de Madrid.

Sturios es un restaurante “dedicado a rescatar la esencia de la gastronomía clásica y renovarla para hacerla asequible a los gustos y paladares actuales”, en palabras del propio Benítez, que considera que surgió “de la necesidad de que no se pierda la gastronomía clásica y mi pasión por ella”. Diego cree que “la vanguardia está bien pero de la misma forma que se trata de conservar antigüedades y restaurarlas, en la gastronomía pasa lo mismo. Al final es cultura”.

Sumergirse en esta experiencia ha llevado a Diego Benítez a aprender muchas cosas: “La primera, que hay mucha gente que estaba demandando un sitio donde sentirse a gusto y comer los clásicos. En segundo lugar, también he aprendido que gestionar un equipo humano es muy duro y que sin gente a tu al rededor en la que puedas confiar no sale nada. Y la tercera cosa que he aprendido es que la gente que menos te esperas es la que más te apoya”.

Diego Benítez sigue siendo una persona “a la que le encantan los retos” y que la gente disfrute del trabajo que hace, “por mucho que me cueste”, señala. Cuando era pequeño siempre andaba metido en la cocina de su madre y asegura que tiene un recuerdo muy bonito “limpiando chipirones subido a una banqueta (porque no llegaba a la pila)”.

 

«Sturios es un restaurante dedicado a rescatar la esencia de la gastronomía clásica y renovarla»

Entre sus recuerdos más preciados de la infancia destaca especialmente dos: el de la pequeña peluquería de su madre situada en la calle mayor, a la que le llevaba cuando era muy pequeño, antes de empezar a ir al colegio. “Y cuando tenía un ratito me llevaba a Lhardy a tomar un caldo y un hojaldre para que entrase en calor con las propinas que le daban las clientas”.
Y también rememora, de los tiempos en que ya empezó a ir al colegio, cuando cada viernes su padre le llevaba al Reina Sofia a ver una sala y él siempre quería terminar viendo la sala de Miró, que ha terminado convirtiéndose en su pintor favorito. “No entendía cómo un niño podía tener cuadros en un museo y con los años me di cuenta que lo que me gustaba es que no había perdido la inocencia de la infancia”.

Para Benítez, su vida “sigue girando en torno a las mismas aficiones de cuando era pequeño, pero evolucionadas”. Y reconoce que tiene “la inmensa suerte” de haber hecho de sus aficiones “un trabajo”.

En este momento Sturios absorbe la mayor parte de su tiempo, por lo que apenas puede salir del resturante, pero admite que le encanta “dar paseos largos y relajados, sobre todo en las tardes de invierno”. Quizás por eso Diego busca momentos para estar solo, en los que intenta “no hacer ni pensar en nada de vez en cuando”. Pero por otra parte suele pensar mucho en las cosas que le hacen feliz y “siempre llego a la conclusión de que todo lo que me hace feliz son aquellas cosas que no se pueden comprar, son situaciones o estados que surgen espontáneamente”.

«Todo lo que me hace feliz son aquellas cosas que no se pueden comprar, son situaciones o estados que surgen espontáneamente»

Quizás por eso cuando le preguntamos por un lugar en el mundo que pudiera escoger, un lugar único, Benítez responde sin dudar que su lugar en el mundo es Sanchonuño, el pueblo de su madre. “Un pueblo pequeño en Segovia donde tengo mis amigos de toda la vida, la gente que de verdad me conoce. Estoy en la peña que tengo con mis amigos, o dando un paseo por el pinar. Es el lugar donde puedo hacer toma de tierra, cuando llego y percibo el olor a pino eso me hace sentirme libre. En invierno las chimeneas generan un ambiente muy cálido en un entorno en el que las heladas son continuas. Pero me siento a gusto. Hay pocas cosas que hacer y me gusta no tener preocupaciones”.

Diego es de gustos sencillos, quizás por eso al preguntarle por su concepto de belleza, lo útil, nuestra insignia en loff.it, su respuesta es sobria y elegante: “Para mí lo bello es un olor, una textura, un sabor, un dibujo que me evoque algo que me haga sentir especial o el conjunto de varias sensaciones que evoquen una situación o un recuerdo. Y en cuanto a lo útil: es aquello que hace su función de forma práctica sencilla e intuitiva”.

Benítez también tiene objetos de los que no prescindiría por ningún motivo, ya todos ellos tienen algo especial. Se trata de cinco artículos: “Un fular de cachemir de 240×240 que compré en la India, es enorme pero muy ligero y práctico. Mi pulsera de tenedor, que me hizo u amigo cuando entré en la universidad. Un anillo que me regaló mi madre con 16 años. Un reloj, no puedo vivir sin ponerme reloj y por supuesto, pajarita, corbata o cualquier tipo de complemento, todo el mundo sabe que todos los días me tengo que poner algo que le dé un toque de color a la vida”.

«Para mí lo bello es un olor, una textura, un sabor, un dibujo que me evoque algo que me haga sentir especial»

Y así llegamos a uno de los secretos inconfesables de este chef, un aroma que le trae muy gratos recuerdos: la leche condensada. “Suelo comprar un bote de leche condensada grande y me lo bebo en una tarde viendo una película. Me recuerda a cuando mi padre me la daba de pequeño después de cenar como si fuese nuestro secreto”.

Y para cerrar la entrevista queremos saber cuál es la canción, el libro y la película favoritas de Diego Benítez. A diferencia de otros, no duda ni por un instante: “La canción Take five; el Libro: Las cenas de gala de Dalí y la película: Amanece que no es poco. “Siempre que puedo intento escuchar, leer o ver alguna de las tres”. Está claro que este joven y ambicioso chef es una persona loff.it y él no duda en reconocerlo: “Me encanta. Y me gusta especialmente que siempre hay un artículo sobre relojes, son mi gran pasión y objeto de deseo”. Así es Diego Benítez, una persona con las ideas claras, al que le gusta disfrutar de los pequeños placeres de la vida pero también, como nos pasa a todos, darse un capricho de vez en cuando. Un joven chef con un futuro prometedor.

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