En busca del tiempo perdido.

El reloj de arena Le Sablier es la nueva creación de diptyque París que pone el el tiempo en la palma de nuestras manos.

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“Una hora no es solo una hora, es un recipiente lleno de perfumes, sonidos, proyectos y climas”. Marcel Proust. En busca del tiempo perdido.

Una hora es un recuerdo, un deseo; es un sueño, un proyecto; un instante fugaz o un momento eterno. Una hora es hoy, pero también ayer y mañana. Porque  en una hora cabe mucho más que sesenta minutos, caben todos los millones de minúsculos granos que, encerrados entre las curvas transparentes de un reloj de arena, somos capaces de convertir en emociones. Sin mecanismos ni tecnologías, basta un simple movimiento de nuestros dedos para darle la vuelta y sentir el poder de jugar con el tiempo, detenerlo, retroceder o mirarlo transcurrir en silencio.

En el número 34 del bulevard de Saint Germain crear, capturar emociones envueltas entre aromas exóticos o recuerdos de viajes para convertirlos en delicadas fragancias representa todo el savoir faire, el alma de diptyque y de sus tres fundadores. Hoy, sus perfumistas dan un paso más atreviéndose a encerrar la fragancia del tiempo en un precioso frasco de cristal que, como un reloj de arena, destila gota a gota toda la esencia del perfume icono de la firma, Le 34 boulevard Saint Germain. Se trata de Le Sablier, la nueva creación de de Diptyque, que reproduce la misteriosa sustancia del tiempo desgranando su perfume poco a poco; las pequeñas gotas se deslizan por una mecha para caer de nuevo en la cavidad inferior y fundirse con el aire, inundando nuestra casa con el cálido aroma de la grosella, el musgo, las especias, las flores y las maderas exóticas.

Un objeto revelador de mundos que diptyque sólo podía realizar junto con R’Pure Studio y Sébastien Servaire –su fundador– en una búsqueda constante de la belleza sin ostentación. Pasión, creatividad y artesanía convierten a Le Sablier en un producto exquisito, sublime, creado con el único fin de llenar de magia la vida cotidiana.

dyptyque

Vivir

Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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