The Act of Killing.
Una película que ruega que la veamos, para luego no volver a verla nunca más.
La historia de la humanidad está llena de episodios que, curiosamente, niegan esa «humanidad». O puede ser que como decía aquel, seamos lobos para nosotros mismos, y estemos condenados a que haya una parte en nuestra sociedad que nunca podamos evitar. El mal en estado puro no es nada que esté a miles de kilómetros. Es algo que llevamos dentro, si no como individuos, aunque alguno hay, si como grupo.
Uno de esos episodios ocurrió en Indonesia en los años 60, cuando tras el Golpe de Estado de Suharto, sus «Escuadrones de la muerte» llevaron a cabo una persecución sistemática de los opositores al nuevo régimen. Los asesinatos en masa que siguieron no fueron perpetrados por fanáticos, si no más bien por mercenarios sin ideología aparente. Esa época y esos sucesos son los que refleja el documental The Act of Killing, del director Joshua Oppenheimer.
Lo extraordinario y chocante de este magnífico y premiado documental es el punto de vista con el que está realizado. No busca a las víctimas y sus declaraciones, si no a los asesinos. Y nos lo presenta de la manera más estremecedora: son personas que no parecen malas. incluso simpáticas cuando alcanzan alguna que otra nota de frikismo. Hasta el punto que no es raro que se esboce alguna que otra sonrisa a lo largo del visionado del documental. Y eso, al final, es una losa más en el exquisito «mal sabor» que te deja en la boca del estómago este puñetazo directo a nuestras conciencias que es The Act of Killing.
Como dice Peter Debruge en Variety: «Nunca antes alguien había hecho un documental como The Act of Killing: es una película que ruega que la veamos, para luego no volver a verla nunca más».