Perder la razón.
La historia de dos jóvenes enamorados que deciden vivir juntos.
Están las grandes historias, y existen también las grandes historias. No, no me he equivocado. Más bien se equivoca quien piensa que las grandes historias nos hablan de viajes, aventuras, batallas, reinos, poderosos, príncipes o dragones. Porque en un dormitorio, en los rincones de una cocina, en un pasillo, o sentados a una mesa, todos nos podemos encontrar frente, dentro o cerca de una gran historia. Historias de amor, de poder, de deseo, de mentiras o de demasiadas verdades.
Historias como la de Mounir y Murielle, los protagonistas de Perder la razón, dos jóvenes enamorados que deciden vivir juntos. El contrapunto o contrapeso, el acompañante de su historia es el Doctor Pinget, que trajo a Mounir a vivir con él cuando sólo era un niño, y que decide seguir manteniendo a la pareja bajo su techo. Y lo sigue haciendo cuando la pareja decide tener niños, pero poco a poco la relación y las dependencias entre las tres personas cambian, y es Murielle la que lo sufre en mayor medida. Y todas las historias tienen un final.
Dirigida por Joachim Lafosse y protagonizada por Tahar Rahim, Niels Arestrup y Émilie Dequenne, Perder la razón es recomendable sólo para ánimos a prueba de tristeza, y dispuestos a ver una de esas grandes historias de las que no nos solemos olvidar.