Una docena de obras maestras que no tienen el Oscar a la mejor película.
Todos las películas que consiguen el Oscar a la mejor película suelen ser buenas, pero hay obras maestras que no lo tienen, por una u otra razón. Te contamos doce de ellas.
Caído el telón de la 89ª edición de la ceremonia de entrega de los Oscars, y revelado el secreto de sus ganadores, habrá respecto a ellos opiniones sobre todos los gustos. A muchos les parecerá una decisión acertada, que se ciñe perfectamente a la que hubieran tomado ellos de haber podido hacerlo. Habrá otros a los que les asaltaran emociones encontradas, de acuerdo con muchas de las candidaturas victoriosas y disgustados por otras. Y por supuesto, existirá un grupo numeroso de personas a las que la lista de ganadores les resultará lo más parecido a una herejía que hayan visto nunca. Es lo que tiene que de entre todas las películas realizadas, producidas y estrenadas en un año, tan sólo una pueda alzarse con la champions de los premios, la superbowl del cine, el anillo de las pantallas, el Oscar a la mejor película.
Claro que esto no es nuevo, y en todas y cada una de las 88 ediciones anteriores de los Premios de la Academia ha ocurrido lo mismo. Y aunque parezca tonto por aquello del consuelo de los susodichos que supone el mal de muchos, recorramos la historia del cine para recordar tan sólo una docena de las numerosas obras maestras del cine que, por unas razones más poderosas que otras, no se alzaron con el galardón de mejor película del año según los criterios de la Academia de Artes Cinematográficas de Hollywood, que a la vista de los integrantes no-ganadores de la lista, más que Academía, puede que sea un parvulario…
El crepúsculo de los dioses, de Billy Wilder, 1950
El Oscar a la mejor película de 1950 fue nada más ni nada menos que para Eva al desnudo, otra obra maestra, así que no hay nada que objetar. Lo que si fue sangrante es que el Oscar a la mejor actriz no lo ganaran ni Gloria Swanson ni Betty Davis. Eso si es como para pedir explicaciones. Al menos Wilder se llevó el Oscar por el guión.
Pulp Fiction, de Quentin Tarantino, 1994
La vida es como una caja de bombones, decía Tom Hanks como Forrest Gump, el personaje protagonista de la película del mismo nombre que se alzó como ganadora en la edición de 1995 de los Oscars. Desde luego que a Tarantino el bombón de su caja no le debió saber muy bien. Si al menos hubiera ganado Cadena Perpetua…
El gran dictador, de Charles Chaplin, 1940
Aquellos que votaron a los nominados a la mejor película en la edición de 1941 probablemente se enfrentaron al mayor dilema de sus vidas. Ganó Rebeca, de Hitchcock, pero se presentaban Las uvas de la ira, de Ford, La Carta, de William Wyler, Historias de Filadelfia, de Cukor, y la obra maestra de Chaplin. Ahí es nada.
Testigo de cargo, de Billy Wilder, 1957
Wilder no tenía suerte con los contrincantes que le tocaban en suerte para los Oscars, está claro. En 1958 fueron 12 hombres sin piedad y la ganadora, El puente sobre el río Kwai. Para ser Dios, como dijo Trueba, no mandaba, al menos en la Academia, como tal…
Ser o no ser, de Ernst Lubitsch, 1942
Lo alucinante del caso no es solamente que en el año 1943 ganara el Oscar la hoy prácticamente olvidada La Señora Miniver, estando también por medio EL cuarto mandamiento de Welles, es el hecho de que la obra maestra de Lubitsch ni siquiera estaba entre las nominadas. Estaba claro que era un adelantado a su tiempo.
Perdición, de Billy Wilder, 1944
Lo de Testigo de cargo o El crepúsculo de los dioses puede tener un pase atendiendo a los ganadores de las respectivas ediciones. Pero que en 1945, estando la obra maestra de Wilder en liza, ganase una tontuna como Siguiendo su camino… es para echarse al monte, o a las colinas de Hollywood, que le quedarían más cerca.
Senderos de gloria, de Stanley Kubrick, 1957
Lo de la película de Kubrick puede que sea el caso más sangrante de la docena que hemos reunido. Porque la obra maestra del antimilitarismo no es que perdiera ante una obra maestra o que no la nominaran para estar entre las elegibles. Es que no obtuvo ninguna nominación. En ningún apartado. Para senderos de gloria, los de los académicos.
Psicosis, de Alfred Hitchcock, 1960
La vida tiene estas cosas. Para una vez que Billy Wilder gana el Oscar a la mejor película -por El apartamento-, la que se queda fuera, pero incluso de las nominaciones, algo inexplicable, es la obra maestra de Hitchcock. Ver (cine) para creer.
Uno de los nuestros, de Martin Scorsese, 1990
Si, que es muy bonita, y larga, y sale un perro, y todas esas cosas… ¿Pero de verdad alguien puede defender que Bailando con Lobos es mejor película que Uno de los nuestros? Al menos no ganó Ghost, que estaba entre las nominadas dejando fuera, por ejemplo, a la excelente Misery, de Rob Reiner.
American History X, de Tony Kaye, 1998
La edición de 1999 fue otra de esas ocasiones en las que nadie entendió a la Academia. Y es que la ganadora, la romántica y sumamentre entretenida Shakespeare in Love, de John Madden no es que fuera mala, pero estando en liza Elizabeth, de Shekhar Kapur, Salvar al soldado Ryan, de Spielberg, La delgada línea roja, de Terrence Malick o La vida es bella, del italiano Roberto Begnini, la elección parece al menos absurda. Tanto como que la que para muchos es la gran película de ese año, American History X, ni siquiera estuviese nominada.
El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford, 1962
En realidad, la ganadora de la edición de 1963 tiene casi la unanimidad de los críticos, ya que no es otra que el Lawrence de Arabia de David Lean, pero es cierto que la obra crepuscular del maestro Ford se merecía bastante más que una mísera nominación por ¡El mejor vestuario en blanco y negro! que por cierto perdió ante ¿Qué fue de Baby Jane?
Vértigo, de Alfred Hitchcock, 1958
La película de James Stewart y Kim Novak es considerada por muchos como la mejor de la historia del cine, y desde luego es casi unánime colocarla entre las 10 mejores. No pensaban así en el año de su estreno, como demuestra el hecho de no estar siquiera entre las nominadas de las que salió Gigi, de Minnelli, entrañable, pero sin comparación posible.
Las amistades peligrosas, de Stephen Frears 1988
Al menos, la excelente cinta de Frears si estaba entre las candidatas a mejor película en la edición de 1989, pero incomprensiblemente perdió ante el Rain Man de Dustin Hoffman. Claro que La última tentación de Cristo o Un pez llamado Wanda ni siquiera estaban en la lista.