Lore.
No se a vosotros, pero a mi el cuerpo me pide ir a verla tan sólo por la historia
A uno, que pretende, intenta e incluso a veces consigue ser -y sentirse- escritor, le pasa a veces que lee o ve argumentos o bocetos de historias que le hubiera gustado escribir. Ese tipo de historias que lees y se te abren las aletas de la nariz, como cuando oyes una canción de Serrat y piensas porque extrañamente ha elegido las palabras que tú habrías escogido para decir lo mismo.
Esta sensación me ha ocurrido con el argumento de Lore , la película de la realizadora australiana Cate Shortland: Alemania, 1945. Lore (Saskia Rosendahl) es una chica de 14 años hija de un oficial de la SS y de una ferviente admiradora de Hitler. Sus padres son detenidos y ella decide atravesar todo el país, en ruinas y controlado por los aliados, para llevar a sus hermanos al norte, a reunirse con su abuela. Por el camino, conocerán a un joven judío, Thomas (Kai-Peter Malina), que les acompañará en el viaje, teniendo que confiar en alguien a quien la enseñaron a odiar.
No se a vosotros, pero a mi el cuerpo me pide ir a verla tan sólo por la historia. Si además añadimos que parece ser que Saskia Rosendahl lo borda, que el anterior trabajo de la directora fue la aclamada Somersault, y que la película opta al premio de Mejor Película de Habla extranjera en la próxima entrega de los Oscars… la elección de ir a verla tiene pinta de ser acertada.