Gloria.
Y con Gloria, sonreiremos, aunque duela.
Hay una puerta en todas las casas que llevamos dentro. No la queremos ver, pero está. No la queremos ver porque un día saldremos por ella de todo, de todos, hacia ninguna parte. No la queremos ver porque nos duele, porque tememos, porque echamos un vistazo alrededor y no queremos abandonar nada, y salir por esa puerta no será una mudanza, sino un viaje sin regreso.
Gloria, la protagonista de la película chilena del mismo nombre, tiene 58 años y en sus habitaciones del alma está demasiado presente esa puerta, y no hay nadie que la haga no verla o verla menos. E intenta escapar a través de una relación con un hombre separado, pero no demasiado alejado de su pasado. De viajes, futuros cortos, pasados largos, besos y deseos es de lo que habla el trabajo de Sebastián Lelio, una película intimista y además divertida, en contra de lo que pueda parecer.
Lo mejor que se puede hacer con la puerta es tardar mucho en cruzarla, y llenar nuestras habitaciones con lo único que nos llevaremos, la sonrisa y el recuerdo en los demás. Y con Gloria, sonreiremos, aunque duela.