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García Márquez y un tigre.

La vida de Pi es mucho más que una sucesión de imágenes bellas en una historia de supervivencia...

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No sé demasiado de literatura hindú. Bueno, más bien nada. Pero uno de mis libros de cabecera, quizás el que más cabecera ocupe junto con El Señor de los Anillos, es Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez. Todo esto es importante, aunque no lo parezca, si decides ver una película que podría haber escrito perfectamente el amigo Gabo si fuese de esas tierra de Di… perdón, de Shiva o Vishnu, o las divinidades que les corresponda: La vida de Pi.

La Vida de Pi es puro realismo mágico. Un cuento que puede ser un sueño o un sueño que se hace realidad, o un cuento que se sueña. Cualquier posibilidad que se nos ocurra, siempre que le añadamos, tanto en la intención de verla como mientras lo hacemos, el calificativo de mágico. Magia en la historia y magia en las imágenes. Ang Lee, que ya nos ha regalado unas cuantas pizcas de magia en su filmografía (Tigre y Dragón, Sentido y Sensibilidad), nos sienta en la casa de alguien que nos cuenta su historia. Ese alguien es Pi, y va rememorando su vida de manera tranquila y sosegada, desde el porqué de ese singular nombre hasta el momento en el que su familia debe abandonar la India, pasando por el encuentro con el amor, la fe o las relaciones familiares.  Todo fluye en la película hacia un destino que ni Pi ni nosotros podíamos prever, aunque el amigo Lee sabe perfectamente que todo lo que nos ha ido contando nos va a hacer falta, al igual que todo lo ocurrido al protagonista le va a servir para la parte más importante de la historia: nuestro ya amigo Pi se encuentra sólo tras un naufragio en un bote junto con un tigre de bengala.

Tan sencillo, tan sorprendente y tan… mágico. La vida de Pi es mucho más que una sucesión de imágenes bellas en una historia de supervivencia, que también lo es. Es una reflexión sobre cómo construimos nuestras vidas y hacemos uso de lo que aprendemos, amamos y perdemos. Es una película muy fácil de ver, entretenida y visualmente muy atractiva, pero también singularmente compleja, como si el director nos invitara a profundizar en muchos aspectos sin obligarnos a hacerlo. Algo así como «disfruta de lo que ves, pero hay más. Cuando quieras, podemos hablar de ello».

Hasta cuatro actores, dependiendo de la edad, encarnan al protagonista (Gautam Belur -6 años-, Ayush Tandon -13-, Suraj Sharma -16 y el que ocupa el bote junto con el tigre- e Irrfan Khan como Pi, adulto y quien nos cuenta la historia), junto a un reparto de actores desconocidos pero que se ajustan a sus papeles de manera perfecta. Bueno, desconocidos todos menos ese gran -por arte y cuerpo- actor ruso llamado Depardieu, que para lo que sale… bueno, mejor que juzguéis vosotros. Para pasar unas horas soñando, pero de verdad, de verdad de los sueños.

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