El Pasado.
Cine de sentimientos, de miradas en corto, de normalidad si es que la vida, alguna vida, es normal
El pasado. Eso de lo que tenemos todos. A veces en los bolsillos, como tickets manoseados que dejamos en el abrigo, para tirarlos al invierno siguiente, cuando volvemos a colocarlo sobre nuestros hombres. A veces en una mesilla, en esa foto en la que somos insultantemente jóvenes, cada vez menos nosotros, cada vez más foto, cada vez más «esa foto nos la hicimos en 2000, tú estabas resfriado y yo llevaba una chaqueta verde en el coche». Y los silencios, que parecerían más fácil que recordar que las palabras, pero cuestan más. Y las sonrisas, esas simples, por ver a un niño jugar, por un café una mañana fría, por un beso. Esas sonrisas que son la calderilla de la felicidad.
El pasado es todo eso, y más. Y también El pasado, así, en cursiva, es la nueva película del director Asghar Farhadi, que nos cuenta como Ahmad (Tahar Rahim) viaja de Teherán a París, tras cuatro años de separación de Marie (Bérénice Bejo), por que ella quiere resolver el divorcio. Mientras, se da cuenta de los conflictos entre su hija y Marie, y al intentar resolverlo, se verá obligado a descubrir un secreto del pasado.
Cine de sentimientos, de miradas en corto, de normalidad si es que la vida, alguna vida, es normal. Cine para vernos a nosotros mismos a través de otros. Cine que puede parecer pequeño pero que, a poco que nos pongamos, nos parecerá grande.