Doctor Extraño y una docena de hechiceros (y hechiceras) de película.
Si la magia existe, una gran parte de ella estará en las manos de los hechiceros protagonistas de es estas películas.
Recién estrenada Doctor Strange, la nueva película con superhéroe de Marvel, de lo primero que nos damos cuenta es de que el protagonista, en esta ocasión, tiene truco, y nunca mejor dicho. Es un hechicero, un mago, un brujo, o sea, que tiene poderes y capa, pero casi tiene que ver más con Harry Potter que con Spiderman. Todo un héroe a la antigua usanza, aunque los hechiceros hayan andado históricamente casi más en la parte oscura del asunto, quizás porque sus poderes tienen un punto de notenemosnadaclarodedondevienen. Y es que la magia, la de verdad, la chachi, es tan antigua como el hombre, y al que no llamábamos mago, le llamábamos santo, o espíritu, o dios, o en su defecto, demonio, diablo o Belcebú. En todo caso, el cine ha tenido hechiceros y brujos para parar un tren, casi, casi más que superhéroes, si es que, como está tan claro ahora que ha llegado el Hechicero Supremo del Universo Marvel, no eran lo mismo con distintos nombres.
Harry Potter (Harry Potter y la piedra filosofal, de Chris Columbus, 2001)
Parece mentira viéndole la cara de crío que gastaba Harry allá por el 2001, pero se trata del mago más poderoso de la historia, el único capaz de plantar cara al mismísimo Lord Voldemort (esto último léase bajito, que se cabrea cuando le nombran), aunque necesite todo un colegio de hechiceros y al Profesor Dumbledore para darle en los morros. Libro a libro y película a película, un personaje ya mítico (y lo que nos queda).
Maléfica (Maléfica, de Robert Stromberg, 2014)
No hay nada como revisitar a los viejos mitos, léase la Maléfica de toda la vida, la de La Bella Durmiente de Disney de 1959. Sobre todo si le pones la cara (los pómulos, sobre todo) de Angelina Jolie, y te la inventas un pasado a juego. Lo demás lo rellenas con efectos especiales última generación, y das el pego, vaya si das el pego.
Merlín (Merlín el Encantador, de Wolfgang Reitherman, 1963)
Desde luego, si hay un hechicero con solera, ese es el Merlín del Rey Arturo. Y mira que hay caracterizaciones del personaje en el cine, pero yo me sigo quedando con la de Disney del 63, sobre todo por su antológica y disparatada guerra de hechizos animales con Madam Mim. Insuperable.
Erasmus Craven (El Cuervo, de Roger Corman, 1963)
Que sería de la hechicería (y del género de terror como tal) sin la serie B de Roger Corman y aledaños, sin Vincent Price, Christopher Lee y Peter Cushing… en fin sin Boris KArloff y esta adaptación sui generis de Edgard Allan Poe en la que dos hechiceros compiten en un combate que ríete tú de las fallas valencianas.
Lo Pan (Golpe en la Pequeña China, de John Carpenter, 1986)
Un remedo de Fu Manchú que pone en aprietos al bueno de Kurt Russell en todo un clásico del cine de aventuras de los 80, o sea, diversión a tope en un guión en el que lo importante era no parar hasta el final. A revisitar cualquier tarde de sábado que merezca ser salvada del aburrimiento.
Eglantine Price (La Bruja Novata, de Robert Stevenson, 1971)
En esto de la magia, como en todo, hay niveles de aprendizaje. Y si no, que se lo digan a los alumnos de Hogwarts, lugar que por cierto le iría fenomenal a la bruja encarnada por Angela Lansbury para dejar de ser novata y subir en el escalafón de los magos. Entrañable.
Lamia (Stardust, de Matthew Vaughn, 2007)
Delicioso cuento de hadas y aventuras en la mejor tradición de La Princesa Prometida donde brilla con luz propia (y también por la que sale de su varita mágica) una malvada Michelle Pfeiffer a la que sienta como un guante el papel de hechicera, a medio camino entre la bruja que fue en Eastwyck y la seductora Catwoman. Encantadoramente diabólica.
Gandalf (El Señor de los Anillos : La Comunidad del Anillo, de Peter Jackson, 2001)
Junto con Harry Potter, El Gandalf del Señor de los Anillos y de El Hobbit es el mago por excelencia de la gran pantalla. Ian McKellen le dota de una personalidad tan poderosas como entrañable para que se convierta en ese compañero de aventuras que todo buscador de tesoros en la Tierra Media querría tener.
Mickey Mouse (Fantasía, de James Algar, 1940)
Esta claro que Disney tiene magia en esto de los magos, y nunca mejor dicho. A la Maléfica de la Bella Durmiente y a Merlín se une el aprendiz de brujo de Fantasía, todo un clásico de la animación y del cine al son de la música de Paul Dukas. Delicioso.
Ravenna (Blancanieves y la leyenda del cazador, de Rupert Sanders, 2012)
Porque será que Charlize Theron se come literalmente al resto del reparto en esta puesta al día del cuento de Blancanieves donde da vida a la malvada madrastra de la niña del cuento. Lo mismo se debe a la magia del espejo, vaya usted a saber.
Mola Ram (Indiana Jones y el templo maldito, de Steven Spielberg, 1984)
El bueno de Indiana se mete en la boca del lobo, que en esta ocasión se llama templo maldito, para liberar a todo un pueblo hindú de las garras de este sacerdote, al que sólo vemos un truco, que nos basta y nos sobra para tenerle yuyú, mucho yuyú.
Miss Eva Ernst (La maldición de las brujas, de Nicolas Roeg, 1990)
De por sí, Anjelica Huston ya tiene pinta de bruja, que le vamoa a hacer. Si encima le plantas el maquillaje de marras y los tics propios de una bruja como el diablo manda, pues tenemos una de esas películas clásicas de disfrute familiar de toda la vida.
Stephen Strange (Doctor Strange, de Scott Derrickson, 2016)
El último en llegar, al menos cinematográficamente hablando a este club de hechiceros, pero desde luego no el menos importante, a tenor de su larga vida en el papel de los cómics. Desde luego, argumentos no le faltan para colocarse muy arriba, empezando por Benedict Cumberbatch, al que eso de «extraño» le sienta como un guante, la verdad.
