Cine para encaminar las vacaciones: Baby driver, Día de patriotas y llega de noche.
Una de las sensaciones de la temporada, Baby Driver, fresca e imaginativa, más el drama real de Día de patriotas o el terror de Llega de noche ¿Hace un cine?
Visto con algo de perspectiva, es posible que el triunfo de la película de Damian Chazelle del pasado año, La la land no se debiera sólo a sus virtudes, que las tiene, si no también a un acto de indudable rebeldía que atrajo no pocas simpatías, como es el de plantearse un musical no adaptado de Broadway o cualquier otra fuente conocida como alternativa ante la explosión de remakes, sagas y superhéroes del cine actual. Pues bien, Baby Driver, lo nuevo de Edward Wright, es otra rebeldía desde su principio hasta su final.
Baby Driver es una de coches que no pertenece a la famosa saga que parece copar toda presencia automovilística en las pantallas, una de acción que no tiene a protagonista conocido en su papel principal, una de amor adolescente que no habla más de hormonas que de sentimientos y cerebro. Es fresca, dinámica, original, a la vez que bebe de lo mejor del cine clásico, desde Steve McQueen en Bullit al Calles de fuego de Walter Hill. Y lo tiene todo, como ésta última, para convertirse en un título mítico para los que tengan la suerte de verla en esa edad en la que yo vi a Diane Lane cantar Nowhere Fast antes de que la tuviera que rescatar Michael Paré de las garras de Willem Dafoe.
Más serio es el planteamiento de Día de patriotas, que lleva a la pantalla de la mano de su director Peter Berg los fatídicos sucesos del atentado en la Maratón de Boston del 2013. Cine de sucesos reales llevado sin tremendismo ni ansias de venganza para mostrarnos consecuencias y reacciones de un sinsentido como el que supone atacar a los civiles de cualquier ciudad. Dramatismo bien entendido.
Para diferenciarse de las dos propuestas anteriores, ni la acción ni la realidad son los motores del éxito cosechado por Llega de noche, la nueva sensación terrorífica de la temporada, que bebe más de lo que se intuye y no se ve que de los sustos de toda la vida. Se trata de asustar de nuevas maneras, o sea de pasarlo bien pasándolo mal pero sin que se note el truco. Y parece ser que Trey Edward Shults, al igual que otra de las sorpresas de la temporada, Déjame salir, lo ha conseguido.
Acción, drama, terror… ¿Hace un cine?
Baby driver, de Edward Wright
Una película de las que conquistan desde el primer fotograma. La historia del conductor al que llaman Baby, sus alocadas y perfectamente coreografiadas persecuciones, su historia de amor teen, sus diálogos de Billy Wilder -bueno, más o menos- sirve para mezclar lo mejor de los géneros de los 80 y servirnos un espectáculo de película de los que de vez en cuando necesitamos para seguir creyendo en el cine. La Stranger Things de la gran pantalla.
Día de patriotas, de Peter Berg
Estimable reconstrucción de los acontecimientos alrededor del atentado de Boston de 2013, con más tranquilidad y menos fanfarria de la que se podría suponer de su título. Y es que los patriotas no significan en este caso vengadores ni mártires, si no simple y llanamente, ciudadanos. Interesante como documento y como ficción.
Llega de noche, de Trey Edward Shults
Un padre de familia debe proteger a los suyos de una presencia tan inquietante como desconocida. Y nosotros que sólo sabemos que el asunto es pasar miedo, que es de lo que se trata para pasarlo bien. En la era de los efectos especiales que consiguen que todo parezca real, lo suyo es no ver nada para que sigamos usando la imaginación, que es lo que más nos asusta, como siempre.