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Así nos va.

Porque a veces necesitamos películas así.

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Hace unos cuantos años, digamos finales de los 80 principios de los 90, un relativamente joven director llamado Rob Reiner encadenó una serie de películas que devinieron en éxitos de taquilla, y que además mantenían una calidad por encima de la media. No resultaron ser obras maestras del séptimo arte, pero han sabido mantenerse con el tiempo e incluso algunas de ellas (una en especial), se han convertido en clásicos. Se trata de la nostálgica Cuenta Conmigo (1986), la vigorosa y romántica La Princesa Prometida (1987), la comedia «orgásmica» Cuando Harry encontró a Sally (1989), la inquietante Misery (1990), y el drama judicial con alma de thriller Algunos hombres buenos (1992). Como vemos, películas todas ellas muy conocidas, y muy de Hollywood, en el sentido de conseguir una alta calidad e interés, buenas (aunque no sobresalientes) actuaciones y dinero en taquilla.

Rob Reiner nunca ha vuelto a conseguir éxito semejantes a los conseguidos con estos títulos, aunque no haya dejado de hacer cine. Y puede que esto refleje no una pérdida de aptitudes para dirigir, o elegir buenas historias, si no una pérdida general de cierto tipo de cine, en el que encuadraban a la perfección las películas antes citadas. Un cine «normal», entendida esa normalidad como algo bueno, algo que sólo pretende entretener honestamente, sin ínfulas de arte o mensajes subliminales, sin efectos especiales grandiosos ni tiroteos o acrobacias imposibles. Un cine que hacía merecer lo que pagabas en taquilla.

Ahora Reiner vuelve a la carga con Así nos va, una comedia entre romántica y familiar sobre las aventuras y desventuras de un algo más que maduro gruñon (Michael Douglas) que se ve obligado a cuidar de una nieta que le cae del cielo casi sin querer. Para ello pide ayuda a su vecina (Diane Keaton), con la que mantiene una relación no demasiado cordial. Como vemos, nada del otro mundo, hasta puede que demasiadas concordancias con aquella magnífica película de Jack Nicholson, Mejor… Imposible, y con otras historias de viejogruñonalqueablandasucorazónuntiernoinfante. Podíamos llegar por ese camino a Shirley Temple, y si nos ponemos, a Mary Pickford.

¿Significa eso que Así nos va nos engaña o no merece la pena verla? Yo creo que no. Porque a veces necesitamos películas así, en las que incluso sepamos perfectamente lo que va a pasar, películas «normales», de sonrisa fácil, lágrima tonta y final feliz. Bien hechas, eso sí, con buenos intérpretes (lo son sin duda Douglas y Keaton), y que no pretendan vendernos la moto de solucionar los problemas del mundo u ofrecernos la explosión o el robot más grande. Hay un sitio en nuestro corazón y en nuestras miradas para historias que sólo pretendan hacernos pasar un rato agradable. Y que no falten, o así… nos irá.

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