Clásicos del Séptimo Arte. 20 robots de cine y un millonario enmascarado.
Puede que haya más humanidad en estos veinte más uno robots de la que creemos
Hefesto, ese dios griego que para entendernos era a sus hermanos divinos como el famoso “Q” a James Bond, forjador de todo artilugio fantástico de los que portaban, como las sandalias aladas de Hermes, el arco de Eros o los mismísimos rayos de Zeus, se creó para su comodidad personal dos doncellas de oro con la apariencia de mujeres que tenían capacidad de hablar e inteligencia, y que le atendían en su palacio del Olimpo. Así que ya vemos como esto de los robots y los androides nos viene ya de lejos, y el hombre soñaba con ellos mucho antes de lo que nos pueda parecer.
De estas “ginoides”, que no “androides”, pues estos son los robots con apariencia masculina, a los protagonistas de dos películas recién estrenadas, como Ex_Machina y Chappie, median centenares de autómatas protagonistas de leyendas, narraciones, obras teatrales y como no, películas. El séptimo arte nos ha regalado los robots más cercanos en el tiempo y en nuestro recuerdo, cumplidores del anhelo humano por acercarnos a los dioses y crear vida de la nada, de un lado, y por otro el de tener esclavos que nos quiten el trabajo duro y no necesiten alimentos, pagas extraordinarias ni seguros médicos. Y es verdad que nuestros “amigos” no necesitan nada de eso, pero tienen la fea costumbre de rebelarse contra su creador, de desarrollar sentimientos, de hacerse mucho más listos que nosotros y creernos prescindibles, o de dejarse manejar por cualquier científico loco de tres al cuarto.
De todo ello hay muestras en esta lista de una veintena de robots cinematográficos (mas uno que no es robot pero como si lo seriese), y también de aquellos autómatas que cumplen su papel asignado y hasta lo hacen con gracia. Porque al fin y al cabo, si los creamos a nuestra imagen y semejanza, no iban a ser todos iguales, ni siquiera perfectos.
Falsa María (Metrópolis, de Fritz Lang, 1927)
Once años nos quedan para llegar al 2026, y comprobar las diferencias y semejanzas de nuestra sociedad con la distopía de Lang, incluyendo la posibilidad de crear autómatas que nos suplanten con toda la facilidad del mundo, y nos inciten a la revuelta contra el poder establecido.
Data (Star Trek: La Nueva Generación, de Gene Roddenberry, 1987)
El digno sucesor del Sr. Spock en el corazón de todo trekkie que se precie. Un androide que evoluciona hasta convertirse en una forma de vida reconocida por la Federación de Planetas. Por tener, hasta tiene un gemelo malvado…
Terminator (Terminator, de James Cameron, 1984)
Disponible en modelos de esqueleto indestructible o de material plateado multimórfico capaz de tomar el aspecto de cualquiera. En todas sus versiones se asegura la destrucción de todo mobiliario cercano y la posibilidad de dejar frases para la posteridad como “Sayonara, Baby”. Harley no incluida.
Nexus 6 (Blade Runner, de Ridley Scott, 1982)
Si no es el androide más conocido de la historia del cine, poco le faltara. Desde luego, el más citado seguro que es, y es que seis años de vida parecen pocos, pero dan para ver cosas que nadie puede imaginar, más allá de Orión….
Optimus Prime (Transformers, de Michael Bay, 2007)
Tenemos un camión con trailer. Nada por aquí, nada por allá… et voilá! Un robot tamaño XXL líder de toda un raza que lucha contra otros robos supergigantes y supermalos para proteger a la raza humana. Y van por la cuarta entrega…
Daleks (Doctor Who, de Sydney Newman, 1963)
No hay que dejarse engañar por su aspecto de cafetera y su movilidad aparentemente limitada. Los Daleks son duros de roer e incansables en su intento de conquistar de galaxia. Sólo si eres un Señor del tiempo armado con un destornillador ultrasónico serás capaz de hacerles frente…
C3PO y R2D2 (La Guerra de las Galaxias, de George Lucas, 1977)
Don Quijote y Sancho, El Gordo y el Flaco… y esta pareja de robots, sin duda una de las claves del triunfo de la saga galáctica. Inasequibles al desaliento y a la falta de humor. ¿Quién no los pondría en su vida?
Bishop (Aliens: el regreso, de James Cameron, 1986)
Nada mejor para superar tus prejuicios contra modelos de androides que han intentado meterte dentro un alien, que dar la vida robótica para que puedas escapar de toda una colonia de bichos y de una madre sobreprotectora y… letal.
Robby (Planeta prohibido, de Fred M. Wilcox, 1956)
Su aspecto, mitad muñeco de Michelin, mitad máquina tragaperras, esconde todo el encanto de los años 50, desde donde se convirtió en un referente para futuros camaradas de metal. Además, puede presumir de estar basado en un personaje de Shakespeare
Wall-E (Wall-E, de Andrew Stanton, 2008)
El menos parecido a nosotros físicamente de los robots resulta ser el más humano de todos, tanto que te dan ganas de achucharle como si fuera un osito de peluche. La magia de Pixar en todo su esplendor en una de sus más logradas creaciones. Hasta logran que te caiga bien una cucaracha.
Johnny 5 (Cortocircuito, de John Badham, 1986)
Johnny 5 fue el lado amable de los robots ochenteros, la otra cara de sus violentos camaradas Terminator y Robocop. Un robot de vídeo de la MTV. Hasta Steve Gutenberg nos parecía una estrella ¡Que recuerdos!
Agente Smith (Matrix, de Andy y Lana Wachowski, 1999)
Se podría discutir si un programa aparentando ser humano, actuando en un programa de realidad virtual que aparenta ser nuestro mundo, es un robot en el sentido más estricto del término, pero si no lo es, se le parece muchísimo….
Roddy (Robots, de Chris Wedge, 2005)
Si sólo existieran robots, es posible que llegaran a ser tan humanos como Roddy, que tan sólo quiere triunfar en la vida y ayudar a sus padres. Estética y sabor a comedia de los 50 para sus aventuras y desventuras. Mucho más divertida de lo que parece.
Andrew (El hombre bicentenario, de Chris Columbus, 1999)
La pregunta es: ¿Qué significa ser humano? Y Andrew responde pasando de robot a Robin (Williams), con todas las emociones posibles (para él y para nosotros) por el medio. Terminamos por cogerle cariño, y todo.
Robot (Un amigo para Frank, de Jake Schreier, 2012)
El menos fantástico de los componentes de esta lista nos muestra uno de los posibles campos de aplicación de la robótica, el del cuidado de las personas mayores. Y también constituye una reflexión sobre el significado de la memoria en nuestras vidas.
Sonny (Yo, Robot, de Alex Proyas, 2004)
El único que puede salvarnos de que un loco utilice los robots para apoderarse del mundo, es otro robot más inteligente y humano. Bueno, y las carreras y saltos de Will Smith, aunque hasta él tiene una parte de robot…
Joanna (Las mujeres perfectas, de Frank Oz, 2004)
Respuesta lógica a esa pregunta que todos nos hacíamos. Esas mujeres que parecen sacadas de un anuncio de televisión, que hacen de todo y todo bien, y que están impecablemente bellas hasta fregando el suelo… sólo pueden ser robots.
El pistolero (Almas de Metal, de Michael Crichton, 1973)
A Michael Crichton le tiene que haber pasado algo en un Parque de Atracciones… Unos cuantos años antes de Parque Jurásico, ya hacía que un robot con la cara y la puntería de Yul Brinner nos las hiciera pasar canutas en uno de ellos.
Gigante de hierro (El Gigante de Hierro, de Brad Bird, 1999)
Un robot tan lleno de metros de altura como de toneladas de inocencia. Un relato sobre la amistad, el compromiso, y el miedo a lo desconocido que nos impide avanzar. Si no la has visto ya, tienes algo que hacer.
El hombre de hojalata (El mago de oz, de Victor Fleming, 1939)
Un leñador convertido en un hombre de hojalata, que tan sólo quiere un corazón de verdad para poder sentir. Y nosotros que le ayudamos recorriendo el camino de baldosas amarillas…
Iron Man (Iron-Man, de Jon Favreau, 2008)
En sentido estricto, nuestro amigo no es un robot, si no más bien una armadura ultraavanzada que lleva al bueno de Robert Downey Jr. dentro y a los mandos, pero como a Mazinger, Robocop y alguno que otro, les incluimos en la categoría, porque no lo serán, pero se parecen mucho, muchísimo.