12 futuros de cine nada perfectos.
Doce películas de “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.
El reciente estreno de Rompenieves (Snowpiercer), del director surcoreano Bong Joon-ho, nos ha traído hasta el presente de nuevo uno de esos futuros apocalípticos que tanto nos gustan en el cine y tan poco nos gustarían, obviamente, si se llegaran a hacer realidad. El cine pasó rápidamente de las invasiones de serie B de los años 50 a las catástrofes de los 70, para llegar a los 80 y sus futuros negros como el carbón. En estos tiempos, de las 3 corrientes nos van llegando muestras aquí y allá.
Mundos asolados y desérticos, bajo cero o cubiertos de agua. Casi siempre como resultado de la inconsciencia global de la sociedad, ya sea militar, causando una guerra de esas gordas, gordas, o tecnológica industrial, atacando a la naturaleza y dejándola hecha unos zorros. Y también futuros de sociedades pretendidamente perfectas, idílicas, pero siempre con algún truco, normalmente en contra de la individualidad. Invasiones zombis aparte, que casi se han convertido ya en un género propio, aquí van una docena de películas de las que al terminar de verlas se te queda cara de “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.
Mad Max (1979)
Unas carreteras en medio de ninguna parte. Un par de coches, unos motoristas locos que dejan al “salvaje” Brando de los años 50 en un bebé de guardería, Mel Gibson emulando a Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, y ya tenemos película de culto por cuatro duros, iniciadora de toda una estética postapocalíptica (Incluida saga propia), y con continuación a la vista.
La hora final (1959)
Dirigida por Stanley Kramer, la película nos muestra un futuro sin ningún futuro. Hasta el apuntador va a caer como consecuencia de una nube radioactiva que va cubriendo todo el planeta. Bella con la belleza que guardan los adioses, la hora final no nos habla de la esperanza, sino de como afrontar lo inevitable.
El último hombre… vivo (1971)
Charlton Heston responde a una de esas preguntas sin demasiado sentido que todos nos hemos hecho alguna vez sobre lo que haríamos si tuviéramos toda la ciudad para nosotros solos. Claro que eso es durante el día. Por la noche, los supervivientes de una guerra bacteriológica menos agraciados que él se lo ponen un poco más complicado.
El planeta de los simios (1968)
Junto con la anterior y “Hasta que el destino nos alcance”, forman la que podríamos llamar “Trilogía apocalíptica” de Charlton Heston. Todo un clásico de la ciencia-ficción que entrega el dominio de la tierra a los simios, tan monos ellos. Con uno de los finales más recordados de la historia del cine.
Fahrenheit 451 (1966)
A veces el futuro no es apocalíptico por la destrucción física, sino por la intelectual o moral. Y es que poca esperanza puede quedarle a una humanidad que no crea en los libros y se dedique a quemarlos para evitar el pensamiento único. Claro que siempre podemos huir y unirnos a los hombres-libro.
Gattaca (1997)
Al igual que Fahrenheit 451, 1984 y tantas otras sociedades de futuros distópicos (es decir, no deseados, no utópicos), en la sociedad de Gattaca no hay sitio para otra cosa que no sea la supuesta perfección. En este caso, para la perfección genética que el protagonista necesita simular para cumplir su sueño de alcanzar las estrellas.
12 monos (1995)
Un virus -una de las clásicas causas para pintar de negro nuestro futuro- obliga a la humanidad a vivir bajo tierra. A partir de ese punto, el director Terry Gilliam nos ofrece un viaje alrededor del tiempo, la locura, los recuerdos y los sueños, y lo irreal de nuestra propia existencia.
Metrópolis (1927)
El clásico de Fritz Lang viene a ser algo así como “la madre de todos los futuros” del cine. Una sociedad dividida en muy ricos y muy pobres, robots, una ciudad deshumanizada pero enormemente avanzada en lo tecnológico… La esperanza que nos queda es que la situaron en el 2000, y que ya hemos superado ese futuro… o a lo mejor no.
Blade Runner (1982)
No es que sea especialmente apocalíptico el futuro planteado por Ridley Scott, sobre todo si no eres un replicante con fecha de caducidad. Pero basta echar un vistazo a la ciudad oscura y lluviosa donde Harrison Ford persigue a los Nexus-9 para sentir un ahogo existencial no demasiado agradable.
Matrix (1999)
La humanidad reducida a una cadena inmensa de baterías para proporcionar energía a las máquinas. Evolución de la idea del dominio de la tecnología sobre el hombre que destilaba Metrópolis y un paso más en la dictadura que planteaba Terminator, la trilogía de los hermanos Wachowski nos lleva de la mano hacia un futuro lleno de artes marciales a cámara superlenta.
La Carretera (2009)
Una película de zombies pero sin zombies, o una de Mad Max pero sin coches. «La Carretera» adapta la novela ganadora del Pulitzer del mismo nombre escrita por Cormac McCarthy, para contarnos la historia de un padre y un hijo en su lucha por la superviviencia, pero también por mantener la esencia de su humanidad.
Rompenieves (2013)
La sociedad reflejada en todas sus contradicciones, divisiones, virtudes y defectos en los pasajeros de un tren sin parada en ruta hacia ninguna parte, atravesando un mundo sometido a una nueva era glacial. Sorpresiva puesta en escena para una nueva puesta al día del género de futuros que no queremos que lleguen.