Porsche Cayenne Platinum Edition: La guinda del pastel.

Desde su lanzamiento en 2002 como primer SUV de la marca de Sttugart, el Cayenne siempre ha tenido algo especial. Ahora Porsche ha decidido ampliar el equipamiento Platinum Edition que ya se podía elegir para el modelo E-Hybrid y Diesel, a los modelos Cayenne S y Cayenne S Diesel. Comenzando desde el exterior, se añaden a la paleta de colores disponibles cinco pinturas metalizadas: Negro Jet, Caoba, Purpurit, Blanco Carrara y Plata Rodio. Sobre esos tonos destacarán los elementos deportivos en acabado negro brillante, el acristalamiento Privacy y las molduras de las aletas en el color de la carrocería elegido. Y por supuesto, las llantas Sport Edition de 21 pulgadas en platino satinado, para acabar con la iluminación frontal de ópticas principales Bi-xenón con Porsche Dynamic Light System (PDLS) y retrovisores interior y exteriores con dispositivo antideslumbrante automático.

En el interior, el equipamiento se destaca a simple vista cuando nos recibe el logo Platinum Edition en el marco de las puertas y nos encontramos asientos deportivos (8 ajustes eléctricos y sistema de calefacción en los delanteros) con secciones centrales tapizadas en Alcántara y el logo de la marca presente en los reposacabezas de los asientos delanteros y traseros exteriores. Frente a nosotros, el salpicadero está presidido por un reloj deportivo analógico que se coloca sobre la consola central donde se pueden controlar el sistema Porsche Communication Management (PCM), la navegación online, el módulo Connect Plus y el equipo de sonido BOSE® Surround de 655 W.

En cuanto a las motorizaciones, el Cayenne S Platinum Edition mantiene el biturbo 3.6 V6 con 420 CV, llegando a los 100 km/h en 5,5 segundos con una velocidad máxima de 259 km/h. En el caso del S Diesel Platinum Edition monta el 4.0 V8 con doble turbocompresor con 385 CV que le permite alcanzar los 100 km/h en 5,4 segundos y llegar a una velocidad máxima de 252 km/h. Por dentro y por fuera, los nuevos Cayenne Platinum Edition son la guinda del pastel.