La fragancia impertinente.

Sin perder un ápice de su espíritu inicial, Miss Dior ha ido evolucionando.

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Cuentan que en 1947, en el estudio de Christian Dior ubicado en la parisina Avenue Montaigne, se encontraba el modisto y su musa Mitzah Bricard. De repente, con cierta impertinencia, entró la hermana pequeña de Christian y Mitzah exclamó: “Vaya, he aquí a Miss Dior”. Y el modisto, al oírlo sonrió y dijo: “Miss Dior, ese es un nombre para mi perfume”.

Ese mismo año lanzó su primerísima fragancia con esta premisa: “el perfume es el complemento indispensable de la personalidad femenina, es el finishing touch de un vestido”. Impertinente y sofisticado, el jugo fue toda una revolución: la invención de un concepto, el del perfume de alta costura.

Sin perder un ápice de su espíritu inicial, Miss Dior ha ido evolucionando. Hoy sigue siendo una fragancia sorprendente, formualda en torno al Chipre, aunque, en palabras de su nariz actual, François Demachy está construida “más como una arquitectura olfativa que como la exaltación de una sola nota floral». A sus otras hermanas, no hay que perderlas de vista: Eau Fraîche, Eau de Parfum, y  Eau de Toilette.

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