Flores crueles.

Florabotánica es asombrosa. La casa Balenciaga quería un jugo sin precedentes y lo ha conseguido. Ni su aroma ni su aspecto son convencionales. Es inesperada, ultra moderna y ha sido el espectacular resultado de un experimento científico que ha tenido como objeto de estudio las flores.

Dice su creador, el diseñador Nicolás Chesquière: “Hace unos años diseñé una colección floral con vestidos cubiertos de flores, pero no eran delicados ni románticos sino que estructuraban toda la silueta. Quería que las flores de este perfume expresaran la misma idea”. Partiendo de esas flores cero románticas y cero delicadas avanzó hasta las crueles: las venenosas y carnívoras, muy hermosas pero nada inofensivas. Y de esas ha extraído Florabotánica. Precisamente el nombre evoca el único lugar donde se podrían contemplar esas flores tan salvajes: un jardín botánico del siglo XVIII, uno de tantos que exhibían las especies que los biólogos captaban en sus expediciones por el planeta: exóticas y singulares, extrañas pero seductoras, de colores raros y fragancias peligrosamente envolventes.

La fórmula de Florabotánica corrió a cargo de dos narices y cuatro manos: Olivier Polge y Jean-Cristophe Hérault que han recreado ese olor de flores crueles mezclado rosa, clavel menta, vetiver, ámbar y caladium con rosa experimental, un ejemplar traído de Turquía provisto de poderes psicosensoriales. ¿El resultado? “Al principio es una composición muy floral, casi romántica. Pero después aparece un carácter más oscuro y fuerte. Me gusta imaginar este perfume como tierno y peligroso a la vez. Un aroma que hechiza  y provoca”, explica Chesquière.

A la altura del perfume, la musa elegida como imagen: una vampira ¿quién si no? Kristen Stewart que, en palabras del creativo, “encarna el ideal de Balenciaga: una belleza pura e incontrolable a la vez”.

Florabotánica 100 ml, 100 euros.

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