¿A qué huele el Olympia?

Al perfumista Gérald Ghislain le gusta contar historias que se leen sobre la piel y una de esas historias es la del Olympia.

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Las notas de Non, je ne regrette rien sonaban por primera vez en el Olympia… fue al principo de los sesenta, cuando el célebre teatro parisino, hoy declarado Patrimonio Cultural francés, estaba al borde de la quiebra a pesar de poseer, tras su reforma, la mejor acústica posible para disfrutar de la música en directo.

Edith salvó al Olympia de Bruno Coquatrix con aquella serie de conciertos a la que siguieron otros de estilos dispares; los poperos Beatles, los rockeros Rolling Stones, los fados de Amália Rodrigues, la voz de Frank Sinatra… Cada concierto, cada visita, cada nota han ido dejando su huella en el Olympia, llenándolo de historia e historias y también de aromas.

Al perfumista Gérald Ghislain le gusta contar historias que se leen sobre la piel y una de esas historias es la del Olympia en su fachada de neón rojo, clásicas butacas de teatro y música en directo en clave de Music Hall porque estamos en París…

Naranja, bergamota, limón y mandarina inician la función en aromas frescos, naturales y electrizantes; pimienta negra y azafrán ponen el punto especiado y pícaro que se ve dulcificado por los frutos rojos y los acordes florales de la rosa, lila, freesía y peonía; y antes de que baje el telón, el fondo del espectáculo aromático que empieza por abstraerte de ti mismo en incienso y pachulí para deleitarte luego en chocolate, vainilla, regaliz y almizcles blancos.

Acaricia tu piel con los aromas del music hall parisino contenidos en un frasco, perfúmate, cierra los ojos y disfruta… comienza un nuevo espectáculo de Histoires de Parfums: L’Olympia, le parfum.

 

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