El sol y la vida.

El sol no sabe medir su calor y por eso, hemos de ser nosotros quienes nos cuidemos de él... con la ayuda de Clarins.

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El sol en su calidez y su luz es, indudablemente, vida; el efecto de su brillo sobre la naturaleza y el ánimo es inmediato y mágico, bajo sus rayos fluye la risa y se tiñe el campo de colores. Pero el sol no sabe medir su calor, no puede recortar sus rayos ni esconder en su cara oculta el fuego que no sabe que le sobra y por eso, hemos de ser nosotros quienes nos cuidemos del sol… con la ayuda de Clarins.

No existe animal más indefenso en las primeras etapas de su vida que el ser humano, y esa indefensión se hace presente también en la piel por sus bajos niveles de melanina, debido a la inmadurez de los melanocitos que son las células que han de producirla; por eso Clarins ha desarrollado una leche solar específica para las pieles pequeñas, esas en las que la melanina es todavía más pequeña que el cuerpo que viste: pantalla 100% mineral, resistente al agua y fácil de aplicar, dejando en un rastro blanco que, antes de su dispersión, permite saber con certeza si alguna parte del cuerpo escapa de la protección.

Clarins no sólo ha pensado en las pieles más sensibles por su escaso desarrollo de melanina sino también en aquellas que, habiendo cubierto ya las etapas del desarrollo, por unas u otras razones, permanecen especialmente sensibles al sol: pantalla 100% mineral, vitamina E para alimentar e hidratar la piel evitando que sufra el desgaste y envejecimiento que le regala el exceso de sol, y centella asiática para estimular la vitalidad de las células de la dermis y que no rinda sin más su brillo al sol.

Y así, protegidos, pueden ellos correr, saltar, nadar, jugar, bailar… y tú, tumbarte al sol.

Clarins

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