Tiempo de hacer.

Medimos el tiempo, lo diseccionamos en horas y minutos para repartirnos la vida en esos pedazos de realidad intagible y además, en nuestro afán por hacer y avanzar, nos empeñamos por meter en una hora más de lo que cabe en 60 minutos; por eso necesitamos tener el discurrir del tiempo a primera vista o a un giro de muñeca…

Este llevar el tiempo anudado a la muñeca convierte al reloj de pulsera en un complemento como pocos, porque él nunca falta como no debe faltar jamás la puntualidad británica ni la perfección suiza en su funcionamiento… nunca, ni tan siquiera si, como hoy, hablamos de un reloj alemán.

Glashütte, artesanía sajona en el selecto mundo de la alta relojería, ha completado en 2013 su innovadora y sorprendente gama Pano presentada un año antes: PanoLunar Tourbillon.

De entre las novedades que supone el PanoLunar Tourbillon, cabe destacar la colocación de las esferas que no es, ni mucho menos, casual o asunto meramente estético; responde a la proporción áurea -no nos detendremos aquí en explicar su cálculo, baste decir que esta proporción es el valor númerico, de ahí que se la conozca también como número áureo, que representa la relación que guardan entre sí dos segmentos de una recta-.

Esta proporción está presente en la naturaleza y también en el arte y la arquitectura, y es que desde la Grecia antigua a nuestros días se le ha conferido no sólo valor estético sino también místico.

La esfera horaria se descentra a la izquierda, en ella -a la altura de las siete- se ubica el tourbillon volante, así llamado porque tiene un único punto de sujeción y no dos como es habitual; en la parte inferior derecha la ventanilla de la fecha y y ese mismo lado en la parte superior la de la fase lunar.

Estas esferas en perfecta proporción se muestran en una caja de oro rojo y esfera plateada unida a ti por una correa de piel negra o marrón componiendo a la vista el nuevo reloj de manufactura alemana que aúna el saber de los años con la innovación de lo moderno.