Puntualidad británica.
Chronofighter 1695, un reloj que es un homenaje a su creador, el honesto George, el maestro relojero de la calle Fleet...
Olvidemos por un momento que el tiempo no existe o que, de existir, no equivoca jamás el rumbo ni el camino en su incansable tictac hacia delante y viajemos, entonces, al pasado para recorrer Londres muy al final S.XVII, llegando al XVIII… y a la calle Fleet…
George, el maestro relojero de la calle Fleet, era un tipo sencillo, un inglés discreto y elegante con la cabeza llena de inventos que medir en el tiempo… y para medir el tiempo. No sólo no patentó ninguna de sus innovaciones sino que además ayudaba a quien acudía a él en busca de alguna solución para cualquier complicada composición en el mecanismo de un relo,j y tal era su actitud y colaboración que se ganó un apodo de los que puede uno presumir, el honesto George.
Claro que todo ésto ocurrió allá por el SXVIII y hoy, aquel taller de maestro relojero de Londres se ha convertido, gracias al incomparable trabajo de Graham, en una compañía relojera de primer nivel que mantiene su esencia british en su historia, su puntualidad, su encanto y su elegancia… pero cuyos relojes se componen en la cuna del tiempo: Suiza.
Este recuerdo de Graham no es casual… viene al hilo del que la que fuera su firma hace de su Chronofighter 1695.
Se trata de un reloj sencillo en su complejidad y sumamente elegante: correa de cuero, cronógrafo automático de 42mm; cristal de zafiro con tratamiento antireflejo; los minutos a las 6 y la fecha a las 3, en una disposición muy Graham; la caja de oro rosa y grabado del Observatorio Real de Greenwich, del que el bueno de George era relojero oficial, además de la abertura de zafiro en el volante… harán que quieras llevar el reloj vuelto del revés porque, al fin y al cabo… ¿qué importa el tiempo?