Cinco Canciones Y Un Corazón. Por algún motivo desconocido, la música siempre suena dentro.

Una historia en el paisaje sonoro que dibujan cinco canciones.

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Por la ventana abierta de par en par entraba el aire tibio del otoño. Aún con los brazos extendidos y las manos sujetando ambas hojas, con la mirada intentaba abarcar todos los colores que aparecían ante ella. Aún con los brazos extendidos intentaba abarcar un poco de esperanza. La música sonaba dentro. En cinco canciones y un corazón.

Por un instante sus ojos podían ver con inusitada claridad aquello que el tiempo no había podido borrar. Eran otros momentos que, al igual que ahora, anunciaban la llegada del invierno. Afuera todavía no hacía frío pero el viento helado soplaba hacía mucho en su interior. La música sonaba dentro.

Ensimismada y con vista aparentemente perdida, barajaba mentalmente todas las posibilidades que el futuro le ofrecía. Todavía tenía tiempo para elegir. Cualquiera valdría aunque algo le decía que otra vez se volvería a equivocar. Con ella siempre fue así y siempre hubo una música sonando dentro.

Giro de pronto con más brío del que se podía esperar y se dirigió con decisión hasta la mesa en la que le aguardaba una carta con su nombre. El sobre cerrado no parecía impedirle conocer su contenido y su gesto, acercarlo a hasta su nariz e inspirar profundamente, no estaba fuera de sitio. Su olor reavivó la música que sonaba dentro.

En ese instante ella comprendió que nunca nada volvería a ser lo mismo y en el fondo se sintió liberada. Ya podía entrar la nieve en el salón, la misma que llevaba años cubriendo su corazón. El mismo que en ese momento dejó de latir. Más fuerte que nunca, la música sonaba dentro.

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