Superdeportivo vintage Godsil Manhattan V16. El heredero de la leyenda de los Duesenberg.
El Godsil Manhattan V16 puede llegar a ser muchas cosas si se hace realidad. Pero una de ellas ya la ha conseguido, que lo deseemos.
Había una vez un coche llamado Duesenberg. Nacido en 1913 de la mano de dos hermanos en Estados Unidos, en un lugar llamado Des Moines, se convirtió en un nombre legendario del que sólo se construyeron 650 unidades en 24 años, hasta su cierre en 1937. Pero cada una de ellas hizo pervivir el mito, ya fuera transportando a los peores gángsters de todo el país, a las más rutilantes estrellas de Hollywood o a los pilotos más rápidos. Ese es el mito que quiere revivir el Godsil Manhattan V16.
Duesenberg fue a la vez el Rolls Royce y el Bugatti americano. Lujo y deportividad. Y eso es exactamente la herencia que quiere recoger Jason Godsil, el fundador de Godsil Motorcars, con el Manhattan V16, un coche como serían los Duesenberg si se hubieran seguido fabricando.
Desde luego, el Godsil Manhattan V16 es bello, indudablemente atractivo, con una mezcla de elegancia retro y diseño avanzado. Recuerda a las líneas de un Bugatti actual combinadas con las de un deportivo de los años 30 estilizadas al máximo. Es agresivo a la vez que clásico, es diferente, audaz. Es todo eso, pero lo mejor es lo que puede llegar a ser si sale adelante su producción.
Y es que el Manhattan no sólo pretende llegar a ser bonito. También quiere ser poderoso. Y rápido. Tan potente y rápido como le vaya a permitir su motor V16, una configuración que se ha visto en muy contadas ocasiones en la industria. Toda una apuesta por parte de Godsil que además estará alimentado por gas natural, con la idea de que el repostaje tenga lugar en el mismo garaje donde descanse el Manhattan.
Hay poco de realidad aún alrededor del Godsil Manhattan V16, aunque desde la marca se afirme que habrá un prototipo rodando en menos de un año. Todo lo que le rodea suena a deseo y leyenda, a visión y horizontes. Pero suena tan rematadamente bien, que dan muchas ganas de creerles.
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