Seis piezas de música clásica en Estados Unidos.
En todas las épocas las sociedades han avanzado gracias a la adaptación, la imitación y la aculturación, y la música constituye uno de los aspectos más importantes de esos intercambios.
Cuando hacia comienzos del siglo XVI los navíos coloniales de la Compañía Real de Guinea portuguesa empezaron a desembarcar a miles de infortunados africanos en las costas americanas, surgieron músicas mestizas con acentos desconocidos hasta entonces, melodías con aires portugueses de Cabo Verde, Mozambique o Angola, músicas afrocubanas, afrobrasileñas, antillanas y afroamericanas. En Estados Unidos, la esclavitud fue legal desde 1654 hasta 1865. Durante dos siglos, de los contactos de la música angloirlandesa con los cantos de trabajo de los esclavos en los campos del sur nacería el blues, la música negra por excelencia. Música del campo, medio en el que hacia principios del siglo XX continuaban viviendo ocho de cada diez negros. Treinta años después, la mitad vivía ya en las ciudades, lugares en donde nacieron otras expresiones musicales como el blues urbano, el rythm and blues, el soul y el jazz.
Hacia los años veinte, el jazz consiguió traer un soplo de libertad a América y a Europa. Convertido en una de las músicas populares más importantes del siglo XX, inspiró a compositores como Gershwin. Contemporáneo de Gershwin fue Barber, un compositor que, sin embargo, evitó experimentar y prefirió ceñirse a formas y armonías musicales tradicionales, como podemos comprobar en su famosísimo Adagio para cuerda. Tanto el austriaco Korngold como el húngaro Bartok tuvieron que huir del nazismo en la segunda mitad de los años treinta. Ambos huyeron a los Estados Unidos, país que los acogió con diferente resultado: el primero triunfó haciendo música de cine mientras que el segundo sufrió estrecheces económicas. Ambos nos legaron dos obras maestras que añadimos a nuestra colección de hoy, el Concierto de violín y el Concierto Juego de pares en el que aparecen instrumentos poco usuales en las orquestas europeas como las trompetas con sordinas.
Pero volviendo al principio, si hubiera que ponerle una fecha al impacto del jazz en la música clásica, sería unos años antes de que Gershwin escribiera su Rhapsody in blue para sacar al jazz del “hot club” y llevarlo a la sala de conciertos. Fue en 1892, cuando el checo Dvorak fue contratado como director del Conservatorio Nacional de Música de Nueva York y se inspiró en la música de raíces afroamericana para componer, nada más y nada menos, que su Sinfonía del Nuevo Mundo… o su Cuarteto Americano. El llamado Dvorak de color, el británico Samuel Coleridge-Taylor, nunca puso un pie en Estados Unidos. Sin embargo, su Concierto para violín fue encargado por la violinista Maud Powell por el mismo motivo que años antes Dvorak fue contratado como director del Conservatorio Nacional: la necesidad de contar con compositores europeos ante la ausencia de una tradición musical clásica en el joven país.
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Adagio para cuerda, opus 11. Samuel Barber.
El Adagio para Cuerda de Samuel Barber, la obra más triste de la historia de la música...y una de las más bellas. Fermín Guisado El Adagio para cuerdas -Adagio for Strings- es una pieza musical para orquesta de cuerdas que arregló el compositor Samuel Barber en 1938 a partir de su primer Cuarteto de cuerdas, siendo la obra maestra del citado compositor y, posiblemente, del movimiento romántico norteamericano de principios del siglo XX. Su estreno mundial se realizó en mismo año con el célebre Arturo Toscanini dirigiendo la Orquesta de la NBC. En 2004, los oyentes del programa BBC’s Today eligieron el Adagio para cuerda de Barber como la obra clásica más triste de la historia de la música, por delante del Lamento de Dido del Dido y Eneas de Purcell, el Adagietto de la 5ª Sinfonía de Mahler y la Metamorfosis de Strauss... más información → - 26
Concierto para violín Op. 80, 2º mov. Samuel Coleridge-Taylor.
Evidenció una profunda conciencia racial y dedicó muchos esfuerzos a la dignificación de los negros en Inglaterra. Fermín Guisado En su época, a Samuel Coleridge-Taylor se le conoció como el Mahler africano, apodo con el que lo bautizaron unos músicos neoyorkinos porque su padre fue un médico criollo nacido en Sierra Leona. Para el compositor, el color de su piel fue en no pocas ocasiones un obstáculo para su desarrollo profesional, lo que le llevó a desarrollar una profunda conciencia social, dedicar muchos esfuerzos a la dignificación de los negros en Inglaterra y pensar más de una vez irse a vivir a Estados Unidos. Si bien nunca lo hizo, en 1901 fue fundada en Washington D... más información → - 36
Juego de los pares, Concierto para orquesta. Bela Bartok.
Bartók siempre estuvo dispuesto a seguir de manera inflexible su propio camino aun cuando nunca se ejecutase su música. Fermín Guisado Debido a la creciente amenaza del nazismo y siendo un hombre con una amplia significación política en su país, Bela Bartok se exilió de Hungría en 1939, poco después de la muerte de su madre a quien había cuidado siempre. Se marchó a los Estados Unidos. Trabajó en la Universidad de Columbia recopilando canciones populares, dictando conferencias y ofreciendo algunos conciertos en los que interpretaba sus obras... más información → - 46
El Concierto de violín de Korngold: una sinfonía de cine.
Korngold fue un compositor de cine al que muchos compararon con Mozart. Fermín Guisado En los comienzos del cine mudo era frecuente que la proyección cinematográfica estuviera casi siempre acompañada por un pianista, a veces un trío, un cuarteto, un quinteto, y en casos excepcionales, por una orquesta, contratados en función del presupuesto de la sala. Una de las primeras partituras íntegras hechas ex profeso para el cine fue una partitura para cuerda, piano y órgano para la película El asesinato del Duque de Guisa, compuesta, nada más y nada menos, y aunque pudiera parecer extraño, por Camille Saint-Säens en 1908. El compositor parisino fue el primero de una larga lista de compositores que escribieron para el cine, entre ellos Milhaud, Satie, Prokofiev, Shostakovich, Copland, y por supuesto, nuestro personaje de hoy, Erich Wolfgang Korngold... más información → - 56
Rhapsody in blue, de Gershwin: el jazz del "hot club" a la sala de conciertos.
Gershwin fue uno de los responsables de conseguir algo que parecía imposible: fusionar jazz y música clásica. Fermín Guisado La verdadera música debe reproducir el pensamiento y la inspiración de la gente y del momento que se vive. Mi gente son los norteamericanos y mi tiempo es hoy. George Gershwin... más información → - 66
Cuarteto Americano, 3er mov. Antonín Dvorak.
Entre 1892 y 1895 Dvorak fue director del Conservatorio Nacional de Música de Nueva York. Mathias Weise A diferencia del polémico Smetana, fundador de la escuela musical checa, Dvorak fue un hombre llano de carácter bondadoso que gozaba de las simpatías de todo el mundo. También, a diferencia de Smetana, Dvorak cultivó todos los géneros y lo hizo con prodigalidad. Frente a los dos solitarios cuartetos de cuerda de Smetana de su época final -uno de ellos sin terminar-, Dvořák compuso catorce, además de otras muchas piezas de cámara, tríos, cuartetos con piano, además de varios poemas sinfónicos y nueve soberbias sinfonías... más información →