Media docena de coches con los que ganar como en las mejores carreras del mundo.

Todos hemos jugado a las carreras. De pequeños, por supuesto, cuando la bici se convertía por arte de magia en moto de Ángel Nieto, o los coches de choque te ponían el volante en las manos y el «Fitipaldi» en los labios. Ya de mayores, desde luego que una de las razones para que un coche nos parezca más atractivo que otro es su relación con una marca campeona en cualquiera de esas míticas competiciones automovilísticas que seguimos cada año: El campeonato de Fórmula 1, el Rally Paris-Dakar, el Campeonato Mundial de Rallies, las 500 millas de Indianápolis, las 24 horas de Le Mans… Nombres de leyenda que ganaban coches y pilotos legendarios.

No sólo el corazón, el alma o el niño que llevamos dentro interviene en esa apreciación de los coches con los que soñamos, aquellos que deseamos conducir. Cada marca que interviene con sus modelos en una de esas competiciones invierte buenas cantidades de esfuerzo, dinero y tecnología propia en cada coche que interviene. Cuando un piloto cruza la meta en primer lugar, tenemos por seguro que los vehículos que comparten esa marca en las calles o carreteras comparten también parte de la tecnología y motivación que les hace triunfar, les hace ser ganadores a ellos, partícipes del triunfo.

Así que no se trata de jugar a las carreras en calles o carreteras o de poner en peligro a los peatones o a otros conductores, por supuesto que no. Se trata de ser parte del triunfo, de sentirse orgullosos de la elección que hacemos  compartiendo la gloria al volante de la misma tecnología y motivación que triunfan en la alta competición. Que la bandera a cuadros también se baje para nosotros, en cierto modo. Admirar a quien vence y sentirse admirados. Confiar en los triunfadores y sentir la confianza. Ser parte de ello.