La Sal de la Tierra.
Nos entregará el pensamiento, la vida y el trabajo de uno de los grandes artistas de este siglo y del anterior.
Es posible que Sebastião Salgado haya visitado con su mirada, y nos haya hecho visitar a nosotros, los horrores más extremos del ser humano. La hambruna, la guerra, la desesperación. Desde el genocidio de Ruanda a la Guerra de los Balcanes. También es muy posible que alguien que ha observado de cerca todo ese horror, perdiese la fe en la humanidad y en su futuro. Sin embargo, aquel economista que abandono todo para dedicarse a la fotografía hace 40 años, no lo ha hecho, y en sus últimos viajes se ha volcado en retratar la belleza de la tierra que nos mantiene, nos acoge y, como no, nos soporta como sociedad. Win Wenders le ha seguido en uno de esos últimos viajes para realizar La Sal de la Tierra, un documental sobre el trabajo de Salgado, sobre su personalidad, sobre su mirada al mundo, que ha contado con la ayuda del hijo de este, Juliano Ribeiro Salgado, que pretende expresar la admiración que siente por la figura y el trabajo de su padre.
La Sal de la Tierra ha obtenido el Premio Especial del Jurado en Cannes y el Premio del Público en San Sebastián, pero con todo y con eso, su valor principal está en el viaje que nos propone al acompañar a Salgado en su trabajo. De encontrar con él el camino a la esperanza. Una esperanza que, sin embargo, debe buscarse desde el esfuerzo, como la gigantesca tarea que Salgado y su mujer emprendieron al acometer la reforestación de la hacienda familiar.
Belleza y esperanza, o la belleza de la esperanza, o la esperanza en la belleza. Da igual. La Sal de la Tierra nos entregará el pensamiento, la vida y el trabajo de uno de los grandes artistas de este siglo y del anterior. Y hay cosas que no pueden expresarse sólo con palabras. Mejor verlo. Mejor quedar con Sebastião en el cine.
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Título original: The Salt of the Earth
Año: 2014
Duración: 100 min.
País: Francia
Director: Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado
Guión: Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado
Música: Laurent Petitgand
Fotografía: Hugo Barbier, Juliano Ribeiro Salgado