Ramón del Valle-Inclán, novelista, poeta, dramaturgo, periodista… Biografía, citas, frases.
Ramón José Simón Valle Peña, Ramón del Valle-Inclán, nació en Villanueva de Arosa el 28 de octubre de 1866.
Escritor bohemio por convicción, ha pasado a la historia como Ramón del Valle-Inclán o Ramón María del Valle-Inclán, su verdadero nombre completo sólo consta en su partida de bautismo y en los documentos relativos a su matrimonio: Ramón José Simón Valle Peña. Sólo firmó así sus primeros escritos en su época universitaria, pronto recuperó un apellido familiar, Valle-Inclán, y así conocemos hoy a este magnífico escritor nacido el 28 de octubre de 1866 en Villagarcía de Arousa, en el corazón de las Rías Baixas gallegas y en el seno de una familia hidalga venida a menos.
Ramón del Valle-Inclán pasó parte de su infancia en Pontevedra por el trabajo de su padre y se marchó a Santiago de Compostela para estudiar Derecho por indicación de su padre, a él no le atraían los estudios de leyes pero tampoco otros, en aquel momento era un joven que no mostraba demasiado interés por nada, se veían ya en él rasgos de ese punto bohemio que lo caracteriza.
Tras cinco años en Santiago, muerto ya su padre y sin haber pasado del tercer curso, abandonó la ciudad y la universidad pero lo cierto es que esos años lo transformaron en gran medida, le sirvieron para descubrir su vocación literaria y publicar sus primeros escritos, también trabajó entonces como profesor y periodista para completar sus ingresos porque la escueta riqueza familiar no le permitía mantenerse. Se relacionó con lo más destacado de la sociedad gallega de la época y se convirtió en un estudiante popular.
Pasa un par de años en Madrid, donde logra hacerse popular en las tertulias literarias de la capital y ganarse la vida como periodista pero su situación económica sigue siendo precaria y si bien su ingenio se hace notar, como escritor todavía no logra hacerse el hueco editorial que necesitaba; regresa a Pontevedra y allí se embarca rumbo a México.
Pasa un año en México y unas semanas en Cuba antes de regresar a Pontevedra, es allí donde comienza a escribir sus primeros relatos y se gana la vida escribiendo en algunos periódicos y trabajando como traductor de textos franceses e italianos al castellano, ésto a pesar de su dominio de estos dos idiomas era escaso; vivió entre Veracruz y Ciudad de México y estuvo involucrado en algunos incidentes, consta su participación en al menos dos peleas.
Si Ramón del Valle-Inclán comenzó a hacerse como escritor en México, es en Pontevedra donde culmina su transformación: regresara de México ya con su característica barba y a ella suma su no menos extraña indumentaria, que incluía capa y sombrero; publica su primera obra con la ayuda de Manuel Murguía, amigo de su familia, marido de Rosalía de Castro y notable galleguista. Así, convertido ya en un escritor bohemio, vuelve a Madrid.
Llega a Madrid como funcionario público y al principio vive con holgura y disfruta de cuantas tertulias literarias puede llegando a tener la suya propia; se convierte en un personaje popular por su extravagancia tanto en su estética como en su magnífica oratoria porque soportaba mal que lo interrumpieran o le llevaran la contraria. ¿Imaginas cruzarte paseando por Madrid con Valle-Inclán, Unamuno y Pío Baroja? esas cosas pasaban en la España de finales del S.XIX, aunque no era el suyo un paseo de placer porque, en realidad, se llevaban a matar.
Bohemio, sí, pero también coflictivo, ya en la treintena atesoraba un historial de duelos y peleas y en una de ellas en un café de Madrid fue herido en un brazo, la herida se gangrenó y acabó perdiendo el brazo. En aquellos años conoce a Rubén Darío y comenzaría su etapa modernista como escritor.
En 1907 se casa con una actriz, Josefina Blanco Tejerina, cuando su primera hija cuenta 2 años Josefina se marcha de gira como actirz teatral por Sudamérica, Valle-Inclán la acompaña en calidad de director artístico y aprovecha el viaje para dar algunas charlas literarias; a su regreso a España la familia se instala en Galicia aunque los viajes de Valle-Inclán a Madrid son constantes, tanto que en 1925 vuelve a instalarse con su familia en la capital y ahí vivirá hasta que en 1936 se despide del mundo advirtiendo que no quería a su lado en tal trance ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo.
Los últimos años de Ramón del Valle-Inclán en Madrid estuvieron marcados por su significación política, llegó a presentarse en las listas del partido republicano de Lerroux por La Coruña aunque no resultaría elegido, y por su divorcio, solicitado por su esposa en 1932; su hija mayor estaba ya casada y la pequeña quedó al cuidado de su madre mientras que los tres varones se quedaron son Valle-Inclán y viajaron con él a Italia en varias ocasiones por el trabajo que les permitía subsistir, el que tenía su padre como director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma.
La obra de Valle-Inclán libre de derechos desde el 1 de enero de este mismo año, es amplia y notable porque este mítico autor gallego es uno de los más destacados escritores en lengua castellana; como dramaturgo no tuvo mucho éxito en su tiempo pero precisamente eso, el tiempo, ha puesto en valor sus obras teatrales; claro que son sus Luces de Bohemia la obra por la que lo recordamos todos porque no sólo es, probablemente, su obra más notable sino que es la más representativa de un género que Valle-Inclán cultivó como nadie, el esperpento, la representación de la realidad a través de su distorsión; Ramón del Valle-Inclán es con sus esperpentos a la literatura lo que Dalí a la pintura con sus relojes distorsionados.
Sus Citas y Frases célebres
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“España no está aquí, está en América. En México está la esencia más pura de España.”
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“No quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo.”
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“Si nuestro teatro tuviese el temblor de la fiesta de los toros, sería magnífico.”
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“Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota.”
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“Las imágenes más bellas son absurdas en un espejo cóncavo.”
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“España, en su concepción religiosa, es una tribu del centro de África.”
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“El ciego se entera mejor de las cosas del mundo, los ojos son unos ilusionados embusteros.”
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“La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y la muerte.”