En la flor de la vida.
Triángulo amoroso-familiar para una comedia que se deja ver y sonreír
Entre padres e hijos, y me refiero en esta ocasión exclusivamente al género masculino, existe siempre una relación solapada -más o menos abiertamente- que se basa en el enfrentamiento, en la competición. El padre ejerce como alguien a quien superar, o como modelo a imitar por el hijo, que a su vez es para el progenitor una imagen continua de lo que ya se ha ido: la juventud.
En la flor de la vida, comedia francesa dirigida por Nick Quinn, se nos presenta a un hijo -Pierre Arditi-, ya entradito en años, pero el típico «hombre de éxito» que aún pretende estar «en la flor de la vida», como reza el título, que de repente se encuentra con la obligación de cuidar a su anciano (y no muy sociable) padre -Jean-Pierre Marielle-, lo que dará un vuelco a su vida personal, que aún será mayor cuando a la vida de ambos llegue Zana -Julie Ferrier-, una cuidadora con un algo especial que hará que tanto padre como hijo sientan atracción por ella.
Triángulo amoroso-familiar para una comedia que se deja ver y sonreír, ideal para esa tarde de navidades en las que las tardes se alargan convertidas demasiado pronto en noches. Tras el cine, una cenita tranquila, una buena conversación, y el día seguro que termina mereciendo la pena.