A propósito de Llewyn Davis.
Impresionante e imprescindible banda sonora y troupe de personajes para una película muy de los "hermanísimos".
Yo de mayor quiero ser argumento de una película de los Hermanos Coen. Porque te dan de ostias, te pegas con el mundo, todos los frikis del universo aparecen en tu camino, no das pies con bola, pero van estos dos y te hacen una película candidata a mejor película en los Oscars. Debe ser aquello de la estética del perdedor, esa que inauguro Bogart, tan mono él, yéndose tan alegremente con Claude Rains cuando tenía que estar tirándose de los pelos por que Ingrid Bergman se había ido con el rancio de su marido.
Los Coen nos ofrecen la historia del susodicho, Llewyn Davis -bien interpretado por Óscar Isaac-, un músico del Greenwich Village neoyorquino de los 60 que de derrota en derrota, de canción en canción, quiere triunfar en un mundo de la música que no le abre precisamente sus puertas. Impresionante e imprescindible banda sonora y troupe de personajes para una película muy de los «hermanísimos» del cine norteamericano. Situaciones absurdas para un mundo absurdamente real.
Recomendable para ir al cine y reírse a gusto de los propósitos del Año nuevo con la acidez propia de los Coen, y hacerse un regalo de Reyes a los oídos con sus excepcionales temas musicales.