El Médico.
Cine para leer, para vivir, para soñar.
El Médico fue una de sus novelas que te marcaban, que salían en todas las conversaciones y que, durante muchos años, todo el mundo terminaba por leer. Al menos todo el mundo que estaba acostumbrado a hacerlo, esa gente que va buscando -vamos buscando- libros nuevos que nos lleven a lejanos lugares en el tiempo e incluso en el espacio. La historia de un médico, de un sanador, en una época en la cual serlo no estaba demasiado alejado de ser mago, alquimista, barbero o timador. Y también la historia de un hombre que busca su destino, esa historia mil veces contada, pero que queremos oír una y otra vez en sus diversas variantes, ya sea la de este médico o la de un artista, un aventurero, un soñador. Porque todos buscamos lo mismo, y si nos lo cuentan bien, nos metemos en la historia, y buscamos con él. Eso pasaba en El Médico.
Ahora viene la adaptación cinematográfica, que veremos todos los que leímos el libro y que, bienvenido sea, lo mismo nos hace volver a leerlo. Como a Rafael Martínez, nuestro particular y querido ratón de biblioteca, que escribió no hace mucho una de sus inigualables reseñas sobre la obra de Noah Gordon.
El Médico era/es un libro de aventuras a la antigua usanza, y El Médico es una película de aventuras a la antigua usanza. Una de esas películas «bigger than life» -más grandes que la vida- que necesitamos de vez en cuando para reconciliarnos con Salgari, Verne o incluso con el Heston de 55 días en Pekín o Khartoum. Cine para leer, para vivir, para volar, para soñar.