Una vida sencilla.
Cine para ver con ganas de sentir y pensar, y quizás darse cuenta de a quién tenemos al lado y que hacemos por ellos cuando salgamos de verla.
A quien diriges tu cariño y porque lo haces no es una cuestión tan fácil de responder como pueda parecer a primera vista. Cuantas veces no damos importancia a una persona, para echarla de menos justo cuando dejamos de tenerla en nuestra vida.
Por ejemplo, eso es lo que le pasa al protagonista de Una vida sencilla, Roger, al tener que hacerse cargo de los cuidados de quien, precisamente, le ha cuidado a él y a su familia durante toda la vida en su papel de sirvienta, Chun Tao-Chung, cuando sufre un derrame cerebral y se la ha de ingresar en una residencia. La película de Ann Hui nos presenta cuestiones que no sería raro que tuvieran una aplicación a nuestras propias vidas. Porque todos queremos y a todos nos quieren, y en ese ir y venir de cariño, no todos los caminos son tan claros como pueda parecer.
Cine para ver con ganas de sentir y pensar, y quizás darse cuenta de a quién tenemos al lado y que hacemos por ellos cuando salgamos de verla.