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Chanel nº5. En la cama de Marilyn.

Buenas noches, señorita Monroe.

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Coco dijo una vez que quería tomar partido de lo que ocurriese en el mundo, sin contemplaciones hastías ni remilgos innecesarios. Y así lo hizo. Se convirtió en un icono de elegancia, transformó el entonces atenazado mundo de la moda y capturó -con la ayuda del perfumista de los zares- la esencia de la verdadera feminidad. Para ello se valió de un frasco de líneas depuradas que cubrió, rememorando la geometría de su querida plaza Vendôme,  con un tapón tallado que emulaba a un diamante. Aquí empieza la historia del perfume más vendido y deseado del mundo: Nº5.

1918. Toda historia tiene un principio, el de ésta podría rememorarse a la apertura de la primera casa de costura Chanel en la famosa Rue Cambon parisina. Aquella fue la piedra que dio paso a un gran imperio y la fecha de partida de esta particular travesía hacia el mito.

Si bien fueron los locos años 20 los que presenciaron la evolución de Coco a Mademoiselle. Flecos, flappers y charlestón inundaban las calles en las que se bailaba sin reparos el final de la Gran Guerra. Fue entonces cuando Gabrielle decidió dejar atrás definitivamente a la niña de Aubazine y convertir la austeridad en lujo.

En 1921, su relación con el Gran Duque Dimitri permitió a Mademoiselle conocer a Ernest Beaux, un hombre con un talento desmesurado para la alquimia olfativa. Ese mismo año nacía Nº 5, un perfume misterioso compuesto por más de 80 aromas que lo hacían prácticamente indescifrable. Jazmín, rosa de mayo, vetiver de Haití, ylang-ylang, madera de sándalo, azahar, esencia de nerolí, habas de tonka de Brasil. Su riqueza floral es tan abrumadora como abstracta, es la creación más extravagante de Gabrielle.

Tres décadas más tarde, y tras otra devastadora guerra, el mundo volvía a girar, una calma fría redibuja el panorama. Eran los años del Bienvenido, Míster Marshall y las niñas bonitas de Hollywood. El 7 de abril de 1952 un periodista preguntaba a la tentación rubia: What do you wear to bed? Marilyn Monroe respondía únicamente: Chanel Nº5. La leyenda se avivaba y el perfume adquiría una dimensión inimaginable siquiera para los más célebres directores de marketing.

La fragancia ha tenido (y tendrá) muchas novias -Catherine Deneuve, Suzy Parker, Ali MacGraw, Lauren Hutton, Nicole Kidman…-, incluso ha llegado a tener un novio –Brad Pitt, la quintaesencia del universo Chanel al demostrarnos que un hombre puede ser la imagen de un perfume femenino, ¿por qué no?-. Sin embargo, y casi un siglo más tarde, Nº5 continúa asociándose irremediablemente a ella, a la rubia platino de Faldas y a lo loco y el Happy Birthday Mr. President, a aquella mujer cautivadora que guardaba en su particular frasco de perfume, lejos de la mirada de curiosos y extraños, a la verdadera Marilyn, la de las dos gotitas de Nº5.

Buenas noches, señorita Monroe.

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